El estrés es una reacción natural del cuerpo, excepto cuando se hace crónico por habituarte a sentirlo en tu vida diaria. Tanto, que casi lo echas de menos cuando no está. Cuando te late el corazón apresuradamente ante una fecha límite de entrega en tu trabajo, la energía te da fuerzas para agilizar el proceso y acabar en tiempo récord algo que quizás vienes demorando días. ¿Y por qué? Porque cuando la mente y el cuerpo “sienten” peligro inminente, la respuesta automática del organismo es darte lo que necesitas para resolver la situación.
Lo entendemos mejor si acudimos a nuestros ancestros de las cavernas, donde se generó este inevitable proceso. Aparece un león, se percibe la amenaza y el sistema se pone en marcha sin pedir permiso: la cascada hormonal de adrenalina y cortisol (la hormona del estrés) inunda tu cuerpo de fuerza para que luches contra el león o salgas corriendo a la velocidad de un rayo. Ante un león es comprensible, pero no ante cualquier situación que te suponga un peligro: llegar tarde a una reunión importante, tener una conversación difícil con tu jefe, faltarte tiempo para terminar una presentación o conferencia. Si lo que se te demanda, supera la percepción de tu capacidad para resolverlo (en horas, dinero, o inteligencia), vas a sufrir estrés.
Si estas situaciones se repiten de manera continuada, es posible que tu cuerpo tenga el sistema de “alarma” encendido las 24 horas del día. Y tu salud se resentirá irremediablemente porque no estamos programados para estar bajo los efectos de “lucha o huida” permanentemente. Está demostrado que el estrés agudo contribuye a la inflamación del sistema circulatorio, a la hipertensión y a los niveles de colesterol. Y no hablemos del insomnio que produce estar siempre con esa sensación de “no llego nunca a tiempo de cumplir con lo que me piden”. La capacidad de pedir disminuye ante la capacidad de “dar” del otro. Pero aprender a poner límites para que el estrés no te engulla forma parte de otro artículo…
Cuando el estrés impide que vivas una vida normal durante un tiempo prolongado, puede afectar directamente a tu salud física y mental, a través de ansiedad, depresión, problemas digestivos, migrañas, dolores musculares, aumento de peso, adicciones de todo tipo, incluso ataques al corazón. ¿Qué hacer? Acudir a los remedios que ya se han demostrado eficaces empíricamente: el «Programa de Reducción de Estrés Basado en Mindfulness” se creó hace cuarenta años y sigue vigente por la evidencia científica que lo soporta.
¿A qué esperas para apuntarte? Los próximos cursos comienzan el próximo 23 de abril.
«El estrés crónico es como un veneno que gradualmente intoxica tanto nuestra mente como nuestro cuerpo. Afecta nuestra capacidad para pensar con claridad, para tomar decisiones efectivas y para mantenernos emocionalmente equilibrados. Además, debilita nuestro sistema inmunológico, haciéndonos más propensos a enfermedades físicas. Es imperativo abordar el estrés crónico con seriedad, ya que sus efectos pueden ser devastadores para nuestra salud mental y física a largo plazo.»
Extracto de “The Mayo Clinic Guide to Stress-Free living” del Doctor Amit Sood
Ilustración de Sophie Blackall para su libro “Things to look forward to”, de 2022.
Sugerencia – Meditación n. 1: “Meditación de la Respiración”.
Esta meditación es fundamental para aprender a separarnos de nuestros pensamientos, que son mayoritariamente repetitivos y negativos. Con solo aprender a soltarlos una y otra vez a través de la práctica diaria, adquirimos la distancia necesaria para no engancharnos a ellos reduciendo el estrés que produce la rumiación, y mejorando, poco a poco, nuestro bienestar. Buena práctica…