Este mecanismo de defensa es muy peligroso porque acaban pagando personas inocentes (incluso animales) nuestra rabia incontrolada. Ejemplo: te despiertas tarde porque no te ha sonado el despertador, no funciona la máquina de café, sales ya con prisas y enfadada corriendo hacia el despacho. Empieza a llover y tú sin paraguas. Ni un taxi a la vista. Cuando al final encuentras uno, metes el pie en un charco antes de entrar y cierras la puerta con fuerza sobre tu móvil que descansa apaciblemente en el bolsillo de tu gabardina. Esto me pasó tal cual, y se llevó mi rabia el taxista que no tuvo la culpa de nada. De hecho me dejó en la puerta del despacho justo a tiempo para la reunión.
¿Qué es el desplazamiento?
Según Freud, el psicoanalista que lo descubrió y describió, es una defensa que consiste en redirigir nuestras emociones (generalmente rabia) hacia una persona que no nos suponga una amenaza si se la soltamos. Por eso también sirven los perros. Pobrecitos. Incluso objetos, cuando tiras un plato contra la pared. En fin…
Una persona que ha tenido un mal día en el trabajo puede llegar a casa y descargar su frustración en su pareja o en sus hijos, en lugar de enfrentar la causa real de su estrés. Aunque desplazar nuestra rabia hacia otras personas puede proporcionarnos un alivio temporal, a largo plazo deteriora las relaciones y genera un tremendo daño emocional, tanto para el que lo utiliza, como para el que lo recibe.
¿Qué podemos hacer para salirnos de este mecanismo?
Recordad que es algo que hacemos como reacción y es inconsciente. Por eso es esencial darnos cuenta y reconocer honestamente que lo estamos utilizando.
1. Para aumentar nuestra consciencia siempre hay que recurrir a las preguntas, nunca al reproche:
- ¿Estoy reaccionando desproporcionadamente ante esta situación?
- ¿Estoy buscando algo o alguien con quien poder descargar mi malestar?
- ¿Qué es lo que realmente me ha molestado tanto?
- ¿Es mi “ego” herido? ¿Es una situación de injusticia?
Indaga y averigua qué fibra te ha tocado…
2. Pasar a la acción, responsabilizándote de la situación, te dará la fuerza que necesitas:
- ¿Puedes hablar con la persona que te ha generado ese malestar de forma calmada y asertiva?
- Si te has desquitado con alguien injustamente, ¿puedes pedirle disculpas y comprometerte para no volverlo a hacer?
- Por último, lo más importante es aprender a regular tus emociones adquiriendo las herramientas necesarias a través de técnicas de gestión del estrés como la meditación, la respiración profunda, el yoga y el ejercicio físico, entre otras. Todas estas prácticas pueden ayudarte a reducir la intensidad de tus emociones antes de que las redirijas hacia otros.
Y si es un patrón que se repite en tu vida, acude a un psicoterapeuta que te ayude a explorar las causas subyacentes y que te aporte estrategias específicas para minimizar los efectos de este mecanismo tan dañino.
Ilustración de Dasha Tolstikova para el libro “The Jacket” de Kirsten Hall.
Sugerencia – Meditación n. 16 “Meditación RAIN” en www.psyke.es.
Esta meditación es una poderosa herramienta que nos ayuda a desengancharnos de trances emocionales en los que a veces entramos y saber volver a la atención en el presente. Siguiendo las letras de este acrónimo, aprendemos a dar espacio y acoger nuestras emociones tantas veces inevitables. Al indagar en nuestro interior, podemos llegar a comprender por qué se han generado y tratarnos con cariño al sentirlas sin identificarnos con ellas. Buena práctica…