En la travesía de la vida, el miedo se presenta muchas veces en forma de sombra que nos susurra inquietudes y dudas y nos paraliza e inquieta. ¿Y si el miedo no fuera un obstáculo, sino una guía? Para poder servirnos de la energía que nos provee el miedo cuando aparece, primero hay que comprenderlo…
Hay dos tipos de miedos:
- El adaptativo: el que te advierte para que te puedas “adaptar” a tu entorno. Por ejemplo: si están robando en tu finca, el miedo te proporciona la energía que necesitas para llamar a un cerrajero y poner una doble cerradura. En este sentido, te pre-ocupa para que tú te ocupes. Una vez te has ocupado, la energía de la emoción se relaja. Como si supiera que le has hecho caso. Este miedo te advierte de peligros inminentes de los que te tienes que proteger o para los que te tienes que preparar.
- El desadaptativo: el que te acompaña a todas partes y te obstaculiza tanto que no te deja vivir en paz. Es el que te advierte de peligros inexistentes pero que tú te crees a pies juntillas. Cuando estamos ante una situación que nos puede generar miedo, como hacernos una prueba médica, este tipo de miedos nos puede quitar el sueño porque va a generar todo tipo de resultados catastróficos que luego no ocurren. Y si ocurrieran, ya lo gestionarás. Pero no antes…
Es célebre la frase de Oscar Wilde: “He tenido muchos miedos, pero la mayoría de ellos no han ocurrido». Si pensamos en todos los miedos que han pasado por nuestra mente que no han ocurrido, nos daremos cuenta de lo inútil que resulta hacerles caso. Y, sobre todo, de lo enfermizo, y digo bien: nos enferma porque el cuerpo no distingue entre un miedo real o un miedo imaginario. El miedo genera estrés y el estrés se apodera de nuestro organismo y, si es muy continuado, literalmente lo enferma porque machaca nuestro sistema inmunológico.
Por eso, ante los miedos desadaptativos hay que tener herramientas como el mindfulness para aprender a verlos, aceptar que van a aparecer involuntariamente, y no hacerles mucho caso. Esto requiere generar músculo atencional para desviar la atención a otros asuntos más productivos, sin enfadarnos con los pensamientos ni con nosotros porque hayan aparecido, porque es absolutamente inevitable.
Otra cosa son los miedos adaptativos. Si te preocupan ante un examen: ocúpate y estudia. Si te preocupan porque estás engordando: ocúpate y no tomes postre o haz ejercicio. Si te preocupan porque sientes un dolor extraño (siempre que no sea debido a una hipocondría, en cuyo caso estamos casi siempre ante un miedo desadaptativo porque es una obsesión): ocúpate y pide cita al médico.
Conclusión: si te preocupa la mente ante hechos amenazantes reales, ocúpate. Y verás como el miedo se relaja…
“En su forma pura, el miedo existencial, el miedo a la muerte, es inmanejable, intratable, invalidante (…); el miedo que no se puede erradicar, se atenúa preocupándose y ‘haciendo algo’ con respecto a los problemas concretos contra los que sí podemos luchar”
Extracto de “Biografía del Miedo” de Enrique González Duro.
Ilustración de Edward Gorey para “Donald has a Difficulty” (Donald tiene una dificultad), de Peter F. Neumeyer.
Sugerencia – Meditación n. 25 “Liberar el Miedo Condicionado”
Esta meditación nos ayuda a familiarizarnos con la emoción del miedo. El miedo que nos ayuda es el que nos advierte de peligros reales para protegernos. Ese miedo hay que agradecerle su presencia porque nos quiere proteger. El miedo condicionado es el que nos impide vivir una vida plena porque está siempre presente aunque no haya miedos reales. Pueden ser reales para nosotros pero no son verdad. Quizás nos protegieron en su día, pero ahora ya no los necesitamos, con lo que hay que dejarlos ir, poco a poco, con amabilidad y paciencia amorosa. Buena práctica…