La amistad es un tesoro que enriquece nuestras vidas, contribuye a generar nuestro sentido de identidad y –literalmente – nos salva de caer en el aislamiento y consecuentes estados depresivos. Por eso necesitamos establecer relaciones de calidad con personas significativas, fuera de nuestras relaciones familiares y laborales.
Según los expertos, tener amigos cercanos con quienes podamos compartir nuestras alegrías y nuestras penas nos ayuda a afrontar el estrés, la ansiedad y las dificultades ante las adversidades de la vida, al brindarnos un espacio seguro en el que poder expresar nuestras emociones. Para que una amistad se mantenga y florezca, este apoyo ha de ser mutuo, sincero y leal.
No es fácil hacer buenos amigos porque nuestras necesidades y valores van cambiando a lo largo de la vida.
Muchas veces los amigos que generamos en la infancia evolucionan y adquieren criterios que ya no compartimos y la amistad se distancia. Otras veces puede que seamos nosotros los que evolucionamos hacia otro tipo de entendimiento en la vida y sentimos que nos vamos alejando e integrando nuevas amistades más acordes con lo que estamos viviendo en ese momento.
Puede que algún conflicto nos haya mostrado la cara menos amable del ser humano y hemos decidido o han decidido cortar con la relación de amistad. En todos estos casos aparecerá el duelo, porque duele afrontar la pérdida del vínculo afectivo, aunque seamos nosotros quienes lo hayamos promovido.
La cuestión es que sin amistades no podemos subsistir. Los estudios de investigación más recientes indican que cada vez viven más personas solas y muchas se acomodan a esa soledad (aunque sea a regañadientes). Al no interactuar de manera continuada, van perdiendo habilidades comunicativas, van recibiendo cada vez menos estímulos y se van apagando poco a poco. Es el pez que se muerde la cola: cuanto menos salen, menos ganas de salir.
Una de nuestras necesidades más básicas (después de la fisiológica y la de seguridad) es la de pertenencia: pertenecer a una familia, a una pandilla de amigos o a un grupo social con intereses comunes.
Las redes sociales favorecen muchas interacciones superficiales, pero pocas profundas y de calidad, que son las que necesitamos para sentirnos queridos y querer. Y el amor ha de ir en ambos sentidos.
Aprovechemos el tiempo libre que nos brinda esta verano para abrirnos a la Amistad (con mayúscula) en su esencia más profunda. Además de placentera, la necesitamos para sobrevivir…
“Antes de admitir a alguien como amigo, examina cómo vive, cómo piensa, cómo se comporta en la prosperidad y en la adversidad. Una vez lo has admitido, cultiva la confianza, el respeto y el cariño mutuo. Nutre esa amistad con sinceridad, lealtad y generosidad”.
Extracto de las Cartas de Séneca a Lucilio “Sobre la Amistad Verdadera y Falsa”
Ilustración del artista francés Olivier Tallec para “Jerome By Heart” de Thomas Scotto.
Sugerencia – Meditación n. 18: “Meditación del Amor y las Relaciones”
Esta meditación nos permite abrir nuestro corazón para ser conscientes del amor que recibimos de las personas que nos rodean y para saber dar ese amor a todas las personas, nos gusten o no, las conozcamos o no. Desde esta perspectiva de Humanidad compartida, cultivamos también el amor hacia nosotros mismos, conscientes de la vulnerabilidad y necesidad de afecto de todos los seres humanos. Buena práctica…