THERAPEUTIC REFLECTIONS FOR THE WEEK, WITH THE INTENTION OF LIVING IN THE PRESENT MOMENT AND THE ASPIRATION OF A MORE MEANINGFUL LIFE

“Te lo dije” debería estar prohibido…y pronunciado con altivo retintín, penado por ley…

Cuando alguien espeta “Te lo dije” a otra persona que acaba de caer, lejos de ayudarla a reflexionar sobre su conducta, la humilla vilmente, la enrabia y la pone a la defensiva, solapando cualquier posible aprendizaje de la caída dado el resentimiento que genera.

Pongámonos en situación: una mazorca le dice a la otra que se ponga protección solar o reventará. La mazorca anárquica hace caso omiso, se pone al sol y empieza a explotar dolorosamente. ¡¡¡Ya está!!! No hay nada que añadir porque la mazorca que no ha escuchado las advertencias se está “comiendo” los resultados en vivo y en directo. Esos resultados se llaman “consecuencias” y son esenciales para aprender a tomar responsabilidad de uno mismo.

Muchos hemos tenido que soportar este mensaje dañino y culpabilizador en momentos puntuales y “cruciales” de nuestra trayectoria vital (demasiadas, diría yo). ¿Es que no recordamos lo que se siente? ¿Cómo somos capaces de repetirlo, pues, sabiendo el remate que supone?

Sí, RE-MATE: caigo y me muero por haber caído, sobre todo porque recuerdo en el preciso instante de la caída tus frases lapidarias. Ya derrotada, te plantas ante mí desde las alturas y me recuerdas que fuiste tú quien me advirtió…a pesar de saber que yo ahora YA LO SÉ por descubrimiento propio.

¿Os dais cuenta de la crueldad?

Ahora vamos a ponernos en la postura del que pronuncia “te lo dije” y del objetivo de tan injusto mensaje: “es que quiero que aprenda de sus errores”.

El FIN es adecuado, pero el MEDIO está en el polo opuesto de conseguirlo. Con estas tres palabras ubicamos al sujeto caído en tanto rencor que va a tener que defenderse (por nuestros mecanismos heredados de supervivencia) y va a argumentarnos el porqué de su caída para salvar su ego, su dignidad. En esa explicación, puede acabar escuchando de su propia boca razones válidas que le justifiquen la conducta que precisamente queremos que corrija porque le perjudica.

(He de decir que yo también lo he hecho, pero no era consciente de lo que supone, por eso lo comparto).

Desde la cualidad elevada y humana de la compasión, tomemos consciencia de que el sufrimiento que le causan las consecuencias de su decisión ya están haciendo su propio camino. Arropémoslo y consolémoslo, pues, proporcionándole un espacio seguro para la autorreflexión. Solo así podrá darse cuenta y aprender, si tenemos la delicadeza y paciencia necesaria para no intervenir.

No se puede aprender en cuerpo ajeno. Las caídas han de ser nuestras para que se consolide el aprendizaje…

…al final ¿no era eso lo que querías?

«La humillación inculpatoria corroe justamente la parte de nosotros que cree firmemente que somos capaces de cambiar” : extracto de “Pensaba que solo me pasaba a mí de Brene Brown

Viñeta perteneciente a “postales cómicas” de autor desconocido. Gracias autor desconocido…