REFLEXIONES TERAPÉUTICAS PARA INICIAR LA SEMANA CON LA INTENCIÓN DE VIVIR EL PRESENTE Y ASPIRAR A UNA VIDA PLENA CON SENTIDO

La mente que decide hacer algo un día, no es la misma mente que emprende la acción al día siguiente

International Advertising Art Idea magazine, March 1955 - Psyke Blog

Podemos acostarnos una noche con el firme propósito de levantarnos temprano y salir a hacer ejercicio sin atisbar la más mínima duda, por ejemplo. Y al abrir los ojos con el sonido de la alarma decirnos: ¿”pero cómo se me ocurrió semejante idea? con el sueño que tengo y el frío que hace”.

Este tipo de situaciones se repiten siempre que tenemos algo por delante que no nos apetece hacer. Si disfrutáramos haciendo ejercicio estaríamos deseando que llegara el momento para saltar de la cama. Por eso es tan importante hacernos expertos de nuestra mente, que siempre va a intentar convencernos de hacer lo que nos apetece (quedarnos al abrigo del edredón) o no hacer aquello que no nos apetece, aunque sea bueno para nuestra salud, porque supone demasiado esfuerzo.

La mente siempre intenta seguir la ley universal del “mínimo esfuerzo”. El precio de este mandato es que luego nos sentimos mal con nosotros mismos porque no hemos conseguido hacer aquello que nos habíamos propuesto.

Las poderosas emociones de miedo, comodidad o pereza van haciendo su mella en la mente, y acaban obstaculizando todas nuestras buenas intenciones.

Para entender lo que nos pasa, vamos a lo básico: nosotros no somos nuestras emociones y tampoco nuestros pensamientos. Los tenemos porque la función de la mente es pensar y proponernos opciones. Hemos de aprender a pararnos, poner consciencia y preguntarnos: de todos los pensamientos ofertados por nuestra mente, ¿cuál elegimos? Porque podemos elegir y en esa elección encontramos nuestro poder y nuestra libertad.

Sabiendo, pues, que la mente nunca nos va ayudar a seleccionar la opción menos apetecible, para poder salirnos de sus artimañas necesitamos tomar consciencia y seguir estos pasos con curiosidad y amabilidad.

1) Observa tu mente como si fueras un gato delante de un agujero por el que ha entrado una rata. Espera sin moverte de allí, con tu máxima atención y verás salir del agujero todo tipo de sugerencias en contra de tu decisión.

A mayor inteligencia, mayor habilidad tendrá tu mente para convencerte…

2) Toma consciencia de las emociones y las sensaciones físicas que se producen en tu cuerpo. Pon sobre el papel qué sientes cuando haces lo que tú (con nombre y apellidos) quieres hacer y lo que tu mente consigue convencerte de hacer. Muchas veces aparecen emociones desagradables de sentir cuando acabamos cediendo a la comodidad.

3) Escribe lo que sientes cuando haces lo que te favorece aunque te cueste esfuerzo (fortaleza, satisfacción, plenitud) y lo que sientes cuando acaba venciendo tu mente (culpa, malestar, tristeza, debilidad).

4) Cuando te encuentres ante el dilema de una decisión que requiera mucho esfuerzo, lee lo escrito y decide qué emociones quieres “comprar”: ¿las agradables o las desagradables? Porque van a aparecer, lo quieras o no, ya que vienen de serie incorporadas en nuestro organismo desde la prehistoria.

El pensamiento es como un pájaro en el espacio,

dentro de una jaula de palabras puede desplegar sus alas,

pero desde luego no puede volar

Cita de “El Profeta” de Kahlil Gibran

Ilustración del director de arte y diseñador gráfico Paul Rand, para la portada de una revista internacional (1954).

Sugerencia: Meditación n.4 – “Aquí y Ahora: Mente-Cuerpo-Mundo”

Esta meditación nos ayuda a pararnos y darnos cuenta de lo que la mente nos está contando en un momento determinado y de lo que aparece en nuestro cuerpo en forma de emoción que nos mueve a emprender o no una acción. Es como una breve ITV que nos hace conscientes de lo que estamos decidiendo, y así poder elegir con más espacio desde nuestros valores. Buena práctica…

, , ,