REFLEXIONES TERAPÉUTICAS PARA INICIAR LA SEMANA CON LA INTENCIÓN DE VIVIR EL PRESENTE Y ASPIRAR A UNA VIDA PLENA CON SENTIDO

La mirada de la madre genera el primer vínculo humano

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En cuanto nacemos, buscamos el contacto visual con las personas más cercanas, generalmente nuestras madres. Las primeras interacciones visuales proporcionan una sensación de seguridad y afecto que nos marca profundamente porque la calidad de esa conexión influye en cómo nos relacionaremos con los demás a lo largo de nuestra vida: moldeando nuestras interacciones sociales, la percepción que tenemos  de nosotros mismos y la capacidad para establecer y mantener compromisos.

Menuda responsabilidad: la crianza…

Para liberar a tantas personas de esa carga, uno de los hallazgos más liberadores es descubrir que nuestras madres no tienen que ser santas, ni salvadoras. Y aunque su propia crianza haya podido ser dolorosa o desastrosa, son personas normales que nos han atendido y querido lo mejor que han sabido, con las herramientas que tenían, dentro del contexto que les tocó vivir. Nos puede costar una vida entera aceptar esta verdad fundamental, y es todo un triunfo humano acogerla sin rencor y con amorosidad.

En este sentido, el prestigioso psicoanalista, el Dr. Donald Winnicott, puso las cosas en su sitio con el reconocimiento de que con ser “una madre lo suficientemente buena, la mayor parte del tiempo» ya se estaba cumpliendo con el requisito necesario para el desarrollo saludable de un niño.

Este concepto de ser una madre «lo suficientemente buena» implica que los cuidadores, ya sean madres, padres u otros encargados de cuidar al niño, no necesitan ser perfectos para criar a un niño sano y feliz. Su máxima misión es proporcionar un ambiente de cuidado y apoyo que sea lo suficientemente consistente y confiable para satisfacer las necesidades básicas del niño en la mayoría de las situaciones.

De hecho, transmitirle al hijo la “perfección” es una rémora porque tendría la sensación de que es imposible alcanzar una referencia tan elevada y podría acabar rindiéndose a la rebeldía y derroteros poco saludables (como se comprueba multitud de veces en terapia).  En lugar de centrarse en esa imposible perfección, Winnicott enfatizó la importancia de la autenticidad, la presencia emocional y la capacidad de respuesta del cuidador ante la necesidad del bebé.

Esta reveladora afirmación se puede extender a muchas otras áreas de nuestras vidas. Ser «lo suficientemente bueno, la mayor parte del tiempo» implica aceptar nuestras imperfecciones y limitaciones, y confiar en que, a pesar de nuestros errores ocasionales, podemos ser capaces de proporcionar amor, apoyo y cuidado a aquellos que nos rodean de la mejor manera humanamente posible.

Obsérvate: ¿crees que estas siendo lo suficientemente buena/o, la mayor parte del tiempo? Como madre o padre, como pareja, en tu trabajo, con tu salud…?

El campo de aplicación es infinito…

No es fácil proporcionar cercanía a la vez que libertad, y seguridad a la vez que sensación de peligro

Extracto del libro “The Measure of my Days”” de la psicóloga Florida Scott-Maxwell.

Ilustración de Dasha Tolstikova para su libro “A Year without Mom” (Un año sin mamá).

Sugerencia – Meditación n. 19 “Amor y Energía Vital”

Esta meditación nos ayuda a aprender a dar y traernos amor y compasión hacia nosotros y hacia los demás, como una forma de abrir un espacio de seguridad a la meditación posterior que tiene la intención de conectar con nuestra energía vital. Déjate llevar con apertura, curiosidad y sin juicio, sin intentar cambiar nada de lo que estés experimentando, ni juzgar lo que vaya apareciendo. Buena práctica…