REFLEXIONES TERAPÉUTICAS PARA INICIAR LA SEMANA CON LA INTENCIÓN DE VIVIR EL PRESENTE Y ASPIRAR A UNA VIDA PLENA CON SENTIDO

La Rabia nos ayuda a defendernos contra las injusticias…

Ilustración de Olivier Tallec para el libro “The Scar” (La herida), de Charlotte Moundlic.

Si la rabia tuviera un color sería el rojo. Es la más poderosa de todas las emociones universales porque su misión es darnos fuerza y coraje para defendernos ante las tres I’s: Injusticia, Impotencia o Invasión.

Todas las emociones generan energía en nuestro interior para movilizarnos y actuar (e-moción: energía que nos mueve a la acción). En el caso de la rabia, esta energía aparece de súbito y nos puede hacer acometer reactivamente verdaderas atrocidades si no aprendemos a canalizar su fuerza. Pensad una cosa, la rabia está ubicada en nuestro cerebro primitivo desde el principio para que podamos decir ¡basta! ante situaciones que ponen en peligro nuestra existencia (o nuestra dignidad).

Hay personas que utilizan la energía que produce la rabia instantáneamente entrando en el automatismo de “acción-reacción” en cuanto perciben cualquiera de las tres I’s. Son de las que pegan un grito al camarero de un restaurante, dan un portazo a su matrimonio (a su jefe o a sus amistades), e incluso pueden llegar a propinarle un bofetón a una persona que les insulta…

Todos hemos podido experimentar este tipo de impulsos reactivos o presenciarlos en algún momento de nuestras vidas. Muchas veces la aparición de la rabia está justificada y no se puede evitar sentir en nuestro interior cuando se percibe un agravio. Hago hincapié en “percibir” porque lo que puede suponer una extralimitación para alguien, puede no suponerlo para ti (y a la inversa). Los desencadenantes provienen sobre todo de nuestra historia de vida y el entorno social y cultural, además de muchos otros vectores que habría que analizar.

Siendo o no conveniente que aparezca la rabia en alguna circunstancia puntual, el hecho es que aparece sin pedir permiso y no podemos hacer nada para que no esté presente. Así que la mejor forma de canalizarla es empezar por reconocer su existencia en nosotros nombrándola y acogiéndola.

¡Hola rabia, ya veo que vuelves a estar aquí! ¿Qué te ha pasado, qué necesitas?

Todas las emociones son funcionales si sabemos identificarlas y darles su espacio en nuestras vidas. Una vez mostramos nuestro reconocimiento, hay que elegir cómo decidimos “expresar” la energía que desprende:

  1. Si elegimos dejar que se exprese espontáneamente (destructivamente), prepárate para recoger tus bártulos del despacho, tu maleta de casa o pagar la cuenta del restaurante sin saborear el menú…
  2. Si elegimos expresarla (constructivamente), defendiendo nuestra posición con amabilidad y firmeza, elevándonos por encima de las circunstancias, puede que nos respeten más y nos tengan en consideración la próxima vez…

La segunda opción supone haber superado un master de aprendizaje en inteligencia emocional que no siempre garantiza que vaya a poderse aplicar. Todos hemos caído y es posible que volvamos a caer, aunque hiciéramos el doctorado. La cuestión es seguir intentándolo con técnicas de auto-regulación emocional que están a nuestro alcance con la perseverancia suficiente como para volver a levantarnos en el caso de reincidir y caer de nuevo.

Caer, vamos a caer… aunque menos.

 “Quizás sea este el problema: cuando nos sentimos amenazados sacamos nuestra mejor arma, la rabia. Después pasa la amenaza o se evapora. Pero el arma sigue estando en nuestras manos. Y las armas son seductoras, incluso adictivas…”

Extracto de la reflexión “Sobre el enojo” contenida en la colección “No Time to Spare: Thinking about what Matters” de Úrsula K. Le Guin.

Ilustración de Olivier Tallec para el libro “The Scar” (La herida), de Charlotte Moundlic.

Sugerencia: N. 6: “Meditación Nombrar las emociones” y posteriormente N. 16: “RAIN”.

Meditación para aprender a identificar y darles nombre a las emociones, permitiendo que se expresen en nuestro cuerpo. A continuación la Meditación RAIN nos guía a través de pasos necesarios para un buen acogimiento y comprensión de nuestras emociones y de nosotros mismos. Buena práctica…

, , , ,