REFLEXIONES TERAPÉUTICAS PARA INICIAR LA SEMANA CON LA INTENCIÓN DE VIVIR EL PRESENTE Y ASPIRAR A UNA VIDA PLENA CON SENTIDO

Revisar el móvil obsesivamente, además de mala educación, es una adicción…

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Ya no nos sorprende ver una mesa llena de jóvenes (y no tan jóvenes) sin hablarse con la cabeza agachada y la mirada pegada al móvil. En algún que otro grupito de “enganchados”, también podemos encontrarnos con un “outsider” mirando el techo con cara de aburrimiento porque nadie le hace caso. Nos hemos adaptado tanto a estas situaciones que alguna vez hemos caído en aquello que detestamos y tan duramente juzgamos en los demás. ¿Os ha pasado?

El 5 de marzo se celebra el “Día Mundial de la Abstinencia Digital”.

Un buen día para la reflexión. No es nuestra culpa que tengamos este enganche. El móvil (al igual que el tabaco, por poner un ejemplo) es altamente adictivo. Ya se han encargado los expertos ingenieros en conseguirlo. Además de acceder a todo tipo de información externa, añádele toda nuestra información privada personal y laboral. Aunque lo que más captura nuestra atención es la constante entrada de correos, de mensajes y -sobre todo- la jugosa tentación de las redes sociales, en las que muchas personas pasan horas sin darse ni cuenta, dejando de hacer lo que realmente necesitan hacer. Y luego aparecen las prisas, el estrés… y la culpa…

Hemos depositado nuestra vida y nuestras relaciones en el móvil. Tanto, que si lo perdemos o nos lo quitan, sentimos que alguien nos ha arrancado un trozo de nuestro cuerpo. En una conferencia sobre la toma de consciencia de la dependencia que todos tenemos al móvil, se le pidió a los presentes (sin previo aviso) que tuvieran el móvil en la mano para hacer un ejercicio. El conferenciante les dijo que contaría hasta tres y tendrían que hacer exactamente lo que les dijera. Al llegar hasta tres les ordenó desbloquear el móvil, dejar el correo, el WhatsApp y las redes a la vista e inmediatamente pasarle el móvil a la persona (desconocida) sentada justo en la butaca de delante. La mayoría entró en pánico… 

No es nuestra culpa, pero sí es nuestra responsabilidad…

Para poder dejarlo, primero hemos de tomar consciencia de la rémora que supone para nuestra vida y nuestras relaciones. En segundo lugar, hemos de darnos cuenta de los valores que queremos fomentar en nuestra vida y que esta adicción impide. En tercer lugar, asegurarnos de que es lo que realmente queremos hacer y asumir antes de empezar que lo vamos a pasar mal y nos va a costar mucho esfuerzo personal. Y en el cuarto y más importante lugar, pasar a la acción. Y cada cual sabe -íntimamente- lo que le podría funcionar para conseguirlo. Aquí apunto varias: eliminar algunas redes; ponerse una alarma con el tiempo programado para verlas; avisar a las amistades de que vamos tomarnos un tiempo de abstinencia digital, para ver cómo nos sienta y cómo repercute en nuestra vida. Son pruebas de ensayo y error hasta dar con lo que más nos puede funcionar.

En todos los casos, la sabia consciencia es la que más nos puede guiar. Porque la mente, ya sabemos, va a querer hacer lo que le apetece. Por eso el entrenamiento en la atención, a través de la práctica de Mindfulness es nuestro mejor aliado.  Aprende a meditar…

Ilustración de Isol para su libro “Daytime Visions”, de 2016.

Sugerencia – Meditación n. 1: “Meditación de la Respiración”.

Esta meditación es fundamental para aprender a observar y distanciarnos de nuestros pensamientos, que además de mayoritariamente negativos, suelen querer llevarnos a hacer aquello que no nos conviene. Si aprendemos a observarlos con curiosidad y soltarlos una y otra vez a través de la práctica diaria, adquirimos la distancia necesaria para hacer aquello que más beneficia nuestro bienestar. Buena práctica…