De ahí la ineficacia de intentar no sentir ese dolor tan desgarrador cuando surge. En este sentido, prosigue Gilbert, “el duelo es como el amor, cuando aparece ¿quién es capaz de frenar esa todopoderosa energía?”. A diferencia del amor, nuestra cultura sale al encuentro del duelo con rechazo y nuestra psique lo afronta con negación. Queremos hacer desaparecer la tristeza lo más pronto posible y nos agarramos a todo lo que puede llenar ese agujero punzante que ha dejado la persona que se ha ido.
Se llama duelo precisamente porque duele y en el dolor está su sanación. Falsearlo es ocultar su verdad y obligarlo a salir con más virulencia cuando menos te lo esperas. A veces achacamos nuestra inhabilidad para salir antes de un duelo como un fracaso personal, diciéndonos frases como ¿Cómo es posible que siga estando tan mal? Con lo fuerte que yo soy. No quiero estar así, me paso el día llorando.
Este rechazo a nosotros mismos es lo que más nos daña. Y las distracciones y actitudes de fortaleza son huidas hacia adelante que solo conseguirán prolongar la angustia, incluso provocar que años después de la pérdida aparezca una descontrolable melancolía.
No nos podemos saltar etapas. El cuerpo tiene memoria, y nos lo recordará…
Si nos fijamos bien, la vida transcurre entre el amor y la pérdida, entre tener y soltar. La sabiduría supone agradecer lo amado como un extraordinario regalo. “Es un honor doler tanto por una persona. Es un honor haber sentido tanto, haber amado tanto”, acaba Gilbert.
¿Cómo, si no, podemos rendirle homenaje a los que tanto hemos querido?
Así visto, existe cierta belleza en este tipo de tristeza, si aprendemos a acogerla con cariño…
“El dolor te sobreviene, es más grande que tu. Has de rendirte y permitirte ser movida por el dolor mismo. Tiene su propio itinerario, su propio poder sobre ti y viene cuando quiere: llega en medio de la noche, en la mitad del día, en medio de una reunión o en plena comida con tan tremenda contundencia que no puedes resistirte. Cuando aparezca hazle una reverencia. Arrodíllate con absoluta humildad y deja que te meza hasta que te agote, que lo hará. Y cuando lo consiga, se marchará. Endurecerse y luchar solo te hará más daño”
Extracto de una entrevista a la autora Elizabeth Gilbert para “TED Interviews”, en la que reflexiona sobre el fallecimiento repentino de su pareja y tardíamente descubierta “amor de su vida”, Rayya Elias.
Ilustración de Charlotte Pardi para el libro “Cry, Heart, But Never Break” (Llora corazón, pero nunca te rompas) de Glenn Ringtved.
Sugerencia: “Cultivando la autocompasión y Pausa de compasión hacia uno mismo” en www.psyke.es, ambas meditaciones nos ayuda a aprender a traernos calidez y amorosidad hacia nosotros mismos y a tomar conciencia de cómo nos respondemos en momentos en los que nos sentimos dolidos en situaciones emocionalmente difíciles, en las que pensamos que no deberíamos sentirnos vulnerables. En estos momentos es muy importante aprender a ofrecernos cariño y consuelo con un gesto físico de afecto.