El verano no es solo una estación; es una oportunidad para los sentidos. Durante el año vamos corriendo: los libros se apilan sin abrir, las conversaciones son prácticas y funcionales, las pantallas se imponen y la atención va de un lado a otro, sin llegar a calar. Pero ahora, en estos días más lentos, puedes elegir qué dejas entrar en ti. Porque no solo eliges lo que lees: todo lo que consumes -con la vista, el oído, el olfato, el gusto y la piel- te impacta y te transforma.
¿Y si nos tomamos este verano como un tiempo de selección consciente? Si en vez de llenar las horas, nos las dedicamos con intención. Leer sin la presión del rendimiento. Escuchar música, no para distraernos, sino para deleitarnos y descubrirnos. Dejar que una frase, una imagen o una idea despierten zonas dormidas de nuestra identidad. Porque el desarrollo auténtico no se ve desde fuera, se siente profundamente desde dentro.
Elige bien tu lectura, pero también el cine que ves, las conversaciones que sostienes, los paisajes en los que reposas la mirada, las voces que permites que te cuenten historias del mundo. En verano, cuando el ritmo externo afloja, se amplifica nuestra sensibilidad. Todo entra más hondo. Por eso conviene preguntarse: ¿Qué permito que entre en mí a través de mis sentidos? No se trata de ser productivos, eso ya llevamos haciéndolo contracorriente todo el año. Se trata de activar nuestra imaginación, nuestros valores y nuestro sentido de conexión.
Y sí, el verano es breve. A veces parece que tenemos un mes entero, pero saben a unos pocos días bien vividos. Días que, si los dejas pasar en modo automático, se desvanecen. Pero si los usas para reconectar con tus verdaderas necesidades internas, pueden volverse memorables. Mindfulness no es solo respirar y meditar: es también saber cuándo decir no a lo superficial y sí a lo significativo.
Rodearte de lo que te enriquece es un compromiso con tu propio bienestar. Leer buena literatura, ver una película que te abra una pregunta en lugar de darte respuestas rápidas, conversar con alguien que escucha sin interrumpir: todo eso es autocuidado.
En lugar de planear tanto hacia fuera, este verano puedes mirar hacia dentro a través de lo que eliges observar, escuchar, saborear, oler y tocar. Agradece este mes poder contar con tus sentidos y afinar tu percepción. En el fondo no se trata de hacer muchas cosas, sino de hacer espacio para que quepan las que te hace bien.
Así que este verano, hagas lo que hagas, planea mirar más despacio, escuchar más profundo, moverte menos hacia fuera y más hacia dentro y observa qué estimula tu imaginación y te despierta el alma. Porque para poder aspirar a ser uno mismo, primero hay que hacer espacio.
Debes dar a tu existencia una dirección interior, recogerla y contenerla en sí misma.
Cita Rainer Maria Rilke, de su libro “Cartas a un joven poeta”, publicado en 1903.
Ilustración de la artista Dasha Tolstikova para el libro “The Jacket” de Kirsten Hall.
Sugerencia – Meditación n. 23: “Meditación de Gratitud”.
Esta meditación ayuda a abrir nuestro corazón y saber ver todo lo que nos rodea y que pasa la mayoría de veces inadvertido. Empezamos por sentir ya agradecimiento por la propia sensación de respirar, que es vida pura, y aprendemos a ampliar nuestra mirada para percibir todo lo que la vida nos regala. Buena práctica…