“Luz de Gas” es una técnica de manipulación psicológica que se utiliza para hacer que una persona se sienta confundida, desorientada y vulnerable.
El término se popularizó en 1944 a raíz de la película “Gaslight”, de George Cukor, que cuenta la historia de una mujer que es manipulada psicológicamente por su marido para hacerle creer que está perdiendo la cordura. En la trama, el protagonista manipula el nivel de la luz de las lámparas de gas, hace desaparecer objetos y los recoloca en lugares diferentes – entre otras cosas – para hacer que su esposa crea que está perdiendo la memoria o que sufre alucinaciones. La película fue una revolución en su época y ha sido objeto de estudio en psicología y psiquiatría por la precisión con la que representa esta técnica y sus efectos en la víctima.
Esta práctica devastadora es mucho más común de lo que parece, por lo que hay que advertir de su existencia y saber detectar las señales que la representan antes de que sea demasiado tarde. Al ser tan sutil, no es fácilmente perceptible porque no deja huella física. Es como un goteo constante y metódico que va minando poco a poco la confianza y la seguridad de la persona que la recibe, hasta que acaba dudando de su propia valía. Puede llegar a destruir, por tanto, la autoestima de la víctima sin que apenas se dé cuenta.
Algunos ejemplos de luz de gas comunes son:
- Verbalizaciones. Frases como “estás loca/o” “háztelo ver”, en medio de una discusión cualquiera, en la que la persona manipuladora expresa su desprecio arremetiendo sobre el estado de salud mental de la otra persona.
- Inconsistencia entre el lenguaje verbal y no verbal. Hacer como se escucha mientras se hace otra cosa, diciendo “sigue que te estoy escuchando”, cuando se ve claramente que no es así – incluso intencionadamente – mostrando que su intervención carece de interés.
- Invalidar continuamente lo que la otra persona dice. “No tiene ningún sentido lo que estás diciendo”, invalidando su coherencia desde la superioridad.
- Mentir o negar con firmeza, incluso enfado, aun existiendo evidencias claras. Como cuando lo estás viendo directamente, o alguien lo ha visto en un sitio preciso y lo ha reportado con pelos y señales y aun así se desmiente sin ninguna argumentación lógica.
- El empleo de frases incompletas, como si se fuera a explicar algo para luego cortar. “Lo que ocurrió fue (espacio de silencio), mira, sabes lo que te digo, no vale la pena, prefiero callarme…y así no se tiene que explicar.
Ojo porque se puede dar tanto en las relaciones de pareja, como con la familia, las amistades y en el entorno laboral.
Estemos atentos a no recibirlo y – lo que es más importante – a no practicarlo nosotros mismos con los demás…
“La técnica de luz de gas (…) es una de las más insidiosas y efectivas formas de control psicológico que existen. Puede tener consecuencias devastadoras para la víctima, ya que puede llevarla a un profundo sentimiento de desconfianza en sí misma y en su capacidad de percibir y comprender la realidad. El manipulador suele ser muy hábil para negar cualquier responsabilidad en el daño que está causando a su víctima, haciendo incluso que se sienta culpable por su propia confusión y desorientación”.
Extracto del libro “Manipulación tóxica: cómo lidiar con personas que tratan de controlarnos”, de George Simon.
Poster de la película “Gaslight” de George Cukor, protagonizada por Ingrid Bergman y Charles Boyer en 1944. (altamente recomendable).
Sugerencia – Meditación n. 11: “Cultivando la autocompasión”
Esta meditación nos ayuda a aprender a traernos calidez y amorosidad hacia nosotros mismos. Solo a través de querernos, nos podremos respetar y buscar aquello que nos nutre y alejarnos de aquello que nos anula y nos daña. Cuando se aplica con honestidad hacia uno mismo, produce una presencia conectada y amorosa, que amortigua los estados anímicos negativos y ensalza los positivos. Buena práctica…