¡Enhorabuena a las personas que habéis emprendido el reto veraniego “mente-cuerpo-mundo” para recordar traernos al presente a través de los cinco sentidos! La propuesta incluía también sentir agradecimiento precisamente por parar y tomar consciencia del privilegio que supone tener vista: observando conscientemente el mar, puestas de sol, amaneceres, personas queridas; tener olfato: el salitre del mar, la paella recién hecha, una fragancia, el verde de la naturaleza, la piel de un bebé; tener sensaciones táctiles: el tacto de tu piel con otra piel, zambullirte y sentir el agua fría de la piscina o del mar o de la ducha; oído: escuchar el vaivén de las olas, una música especial, las risas o los lloros infantiles, el puro silencio… el puro silencio; y el gusto, el deleite de sabores de comidas y de bebidas -en todas sus formas- con atención consciente, estando plenamente ahí. Hay ciertos deleites gastronómicos (escribió la escritora noruega Siri Hustvedt) que requieren silencio y atención en homenaje al despliegue de tanta sutileza de sabor y de estética.
Estos ejercicios sensitivos que hacemos deliberadamente nos ayudan a desprendernos de ese robot mental paralelo que siempre está queriendo tomar el control de nuestras vidas. Y es que se nos pueden pasar los días y las noches sin darnos ni cuenta, cuando, sin embargo, estar en el presente “ralentiza” el día y nos va familiarizando cada vez más con nuestra mente parlanchina para que le hagamos menos caso y vivamos lo que estamos experimentando momento a momento.
De ahí el famoso y recomendable libro de Stephen Hayes “Sal de tu mente y entra en tu vida”… porque ahora, después de este reto veraniego y el motivo de este artículo de hoy, viene la prueba de fuego para todos (incluyéndome a mí): ¿cómo volvemos a la rutina sin abrumarnos por la pereza que supone volver a las obligaciones cotidianas? A muchos privilegiados nos gustan nuestros trabajos, pero cuesta acogernos a una agenda horaria predeterminada.
Con lo que el verdadero “challenge” mindful empieza ahora, al tener que sumergirnos enteramente en la realidad como si fuera una piscina olímpica sin flotador. En este caso nuestros “manguitos” son las herramientas aprendidas, las únicas que nos pueden ayudar a mantenernos a flote, con lo que hay que recordarlas y practicarlas.
Hay dos modalidades extremas de la “vuelta al cole”, y en ambas estamos en modo “zombie” (personas autómatas e inconscientes que transitan por la vida sin enterarse y se lamentan de mayores de no haber “vivido”). Que no nos pase…
1) La persona que está deseando que llegue la rutina controlada para poder vivir sin tener que decidir ante espacios vacíos: los niños van al cole en horario definido, los padres al curro con sus obligaciones y preocupaciones que impiden que se entretengan en el pensar aleatorio mental, que siempre acaba en lamentos existenciales.
2) La que ve la vuelta como subir al Everest y arrastra los pies todo el mes de septiembre hasta que se adapta en octubre y deja de desgastarse luchando contra lo que “es” (es decir, la realidad).
Pongamos consciencia: cuando te des cuenta de haber caído en la ceguera del piloto automático cumpliendo horarios o, por el contrario, en la queja permanente victimista de “esto no puede ser”. Pregúntate ¿hay algo que yo pueda hacer para cambiar esta situación que no me gusta, que dé más sentido a mi vida?
Y si a día de hoy no existe esa posibilidad, date un respiro, suelta la resistencia y vira tu completa atención a la vida que está transcurriendo ahora mismo, en presente continuo, a cada momento.
Nos hemos ido preparando este mes de agosto, y este es el verdadero reto…
“¡Ama tus manos! ¡Ámalas! Levántalas y bésalas. Acaricia a otros con ellas, siente las caricias de otras manos sobre tu cara. Ama tu boca, es carme que necesita ser amada. Observa tus pies que necesitan tanto descansar como bailar; espaldas que requieren sostén, hombros que necesitan brazos, brazos fuertes…Ama tu cuello, pon tu manos sobre tu cuello y agradece su presencia. Y todas tus partes internas que tienes olvidadas, ámalas. El oscuro hígado -ámalo, ámalo- y el latir de tu corazón, ámalo también. Ama a tu corazón más que a tus ojos y tus pies, más que a tus pulmones y a tu vientre que puede traer nueva vida. Ama sobre todo a tu corazón. Porque es el regalo más grande que tenemos…”
Extracto de “Beloved” (Amada) de Toni Morrison, premio Nobel de Literatura de 1993 y Premio Pulitzer en 1988.
Ilustración de Kris Di Giacomo para “Enormous Smallness: A Story of E. E. Cummings” (Enorme Pequeñez: La historia de E.E. Cummings), del poeta Matthew Burgess.
Meditación recomendada N.15: Meditación de Energía Vital”.
Esta meditación nos ayuda a generar energía interior a través de cuatro pasos: conectamos con el cuerpo para lograr mayor relajación, con el movimiento de la respiración para adquirir quietud, con las sensaciones físicas del aire para alcanzar mayor claridad y, finalmente, nos abrimos a experimentar el fluir natural de energía vital a través de todo el cuerpo.. Buena práctica…