¿Os habéis fijado en cómo se tensa nuestro cuerpo cuando estamos en un atasco de tráfico? Nos inclinamos hacia adelante en nuestro asiento, intentando empujar psicológicamente al coche de delante, infructuosamente claro. Y no somos los únicos, fijaos en los coches de vuestro alrededor y veréis como los conductores están haciendo lo mismo o peor: fumando descontroladamente, refunfuñando con los compañeros del coche y, si no existen, quejándose a los coches de alrededor.
La cuestión: el desgaste es tremendo y el resultado nulo. El atasco sigue su curso a pesar del volcán que te estás generando en tu interior y que, por cierto, te está enfermando.
¿Cómo salir de ese bucle auto-destructivo?
Darte cuenta, como siempre, es lo principal. Después preguntarte ¿hay algo que yo pueda hacer en este momento para mejorar esta situación que se ha producido “externa” a mí? Si no la hay, seguro que hay algo que puedes hacer para mejorar la situación “interna” a ti. Empieza por darte cuenta de tus sensaciones físicas: palpitaciones, sudoración, tensión muscular; de tus emociones: rabia, irritabilidad, impotencia, desesperanza; de tus pensamientos: “menuda mierda”, “ya verás cómo se pone el jefe”, “este gobierno es incompetente”, “las carreteras están mal hechas”…
La persona que está añadiendo drama al drama eres tú, mejor dicho: tu mente que te anima –por desgracia- en dirección contraria a tu bienestar. Tus pensamientos retroalimentan tus sensaciones físicas y tus emociones, generando un disparadero que como no te des cuenta puede acabar por enfermarte. Si lo ves desde fuera, es un estrés inútil, porque no resuelve nada. Hay que aprender a parar, volver al presente y ocuparte de lo que sí puedes hacer que es validar todo lo que está sucediendo, tanto fuera como dentro de ti, y hablarte con palabras de consuelo porque estás pasándolo mal ante un hecho común e inevitable.
Esto de querer que las cosas vayan al ritmo que necesitamos sucede en muchos ámbitos de nuestras vidas. Queremos que llegue nuestra fiesta de cumpleaños, que llegue la boda de nuestra hija, que llegue ya el ascenso deseado, que acabe la carrera, que me independice. Y luego llega, por fin, el preciado momento, y como no hayamos aprendido a “parar” se nos escapa inmediatamente de nuestra consciencia. Como si hubiéramos vivido el acontecimiento en una película en la que ni siquiera hemos sido protagonistas.
Y lo que es peor, conseguimos superar el hito y ni nos paramos a felicitarnos porque ya estamos con el ojo puesto en el siguiente: “He acabado la carrera sin un solo suspenso, ahora mi preocupación está en el master”. Párate, observa tu trayectoria y congratúlate. ¡Disfruta de estar en la cima del Everest antes de bajarte! No dejemos que nuestras mentes acaben siendo caballos desbocados que nos arrastran sin darnos cuenta.
Se puede vivir conscientemente en el presente y, a la vez, lograr nuestros anhelos. Solo hay que saber domar a nuestra mente igual que se doma a un corcel salvaje: con cariño, comprensión y paciencia.
¿A qué esperas?
“Sería como el burro que descubre que la zanahoria que cuelga delante de él para hacerlo correr, está atada en un palo a su propio cuello (…). Somos más felices cuando esperamos que sucedan cosas que cuando realmente están sucediendo. Nos gusta tanto anhelar los placeres y apresurarnos a encontrarnos con ellos que no sabemos reducir luego la velocidad lo suficiente como para disfrutarlos cuando llegan. Por tanto somos una civilización que sufre de desilusión crónica: un formidable montón de niños mimados que rompen sus juguetes antes de jugar con ellos”.
Extracto de “Does it Matter: Essays on Man’s Relation to Materiality” de Allan Watts (1970). (De verdad importa: Ensayos sobre la Relación del Hombre con lo Material).
Ilustración de Charlie Mackesy para su libro “The Boy, the Mole, The Fox and the Horse” (El niño, el topo, el zorro y el caballo).
Sugerencia: Meditación N.4 “Mente-Cuerpo-Mundo”
Esta meditación nos ayuda a pararnos y chequearnos para darnos cuenta de cómo nuestra mente nos puede llegar a arrastrar enteramente hacia el desequilibrio y el estrés. Es una especie de ITV que nos trae una y otra vez al presente, donde realmente ocurre la vida real. Buena práctica…