THERAPEUTIC REFLECTIONS FOR THE WEEK, WITH THE INTENTION OF LIVING IN THE PRESENT MOMENT AND THE ASPIRATION OF A MORE MEANINGFUL LIFE

Cuando las mujeres se detienen y se escuchan, aparece la magia…

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El primer día del Retiro de Autocompasión las mujeres acuden con las mochilas llenas de prisas, de responsabilidades y de voces interiores que tantas veces culpan y no perdonan. Pero a medida que pasan las horas, algo se ablanda. El cuerpo, al principio tenso, empieza a confiar. El corazón, acostumbrado a resistir, se permite sentir. Y entonces ocurre la alquimia: la exigencia se transforma en una ternura tan poderosa que abre las puertas a una profunda conexión con una misma.

La autocompasión no es lástima ni indulgencia. Es reconocer que el sufrimiento forma parte de la experiencia humana, y que no estamos solas en ello. Cuando nos tratamos con dureza, alimentamos la ilusión de que el castigo interno nos hará mejores. Pero los datos científicos muestran lo contrario: la autocrítica debilita la motivación y activa las mismas áreas cerebrales que el dolor físico. La compasión, en cambio, estimula el sistema de seguridad interior, calma el cuerpo y amplía la mente. Nos sostiene incluso cuando nos equivocamos, porque no se basa en ser mejores, sino en aceptar que somos humanas.

Bajo el marco científico desarrollado por tantos expertos (Cullen, Neff, Germer, Gilbert, Halifax…) este programa enseña lo que nuestra cultura a veces olvida: que cuidar de una misma no es egoísmo, sino equilibrio. Que la verdadera fortaleza nace de darnos permiso de ser vulnerables. Que la calma interior no se alcanza dominando, sino soltando. Y en ese soltar, algo se abre. Las mujeres se miran a los ojos y se reconocen. No como madres, hijas, profesionales o parejas, sino como seres humanos que sienten, que cometen errores, que aman y necesitan ser amadas. Y cuando una mujer empieza a tratarse con amabilidad, irradia algo que se expande: una luz serena, contagiosa, que no busca brillar más que nadie…ilumina de forma natural, sin pretenderlo.

Aprendemos que la autocompasión es una experiencia física. Es el suspiro que soltamos cuando dejamos de luchar contra lo que somos. Es el gesto de colocar una mano sobre el pecho y decirnos, sin palabras “está bien, cariño, estoy contigo”. Al contrario de lo que se piensa, no es debilidad, sino todo lo contrario: es una forma de volver a casa que fortalece nuestro refugio interno y genera resiliencia.

Tal vez por eso estos retiros dejan una huella tan profunda. No enseñan a escapar del dolor, sino a acompañarlo con respeto. Porque al final, la compasión supone aprender a sostener la vida -toda ella- con un corazón más amplio.

La compasión no consiste en eliminar el sufrimiento,

sino en aprender a estar con él de una manera amable, equilibrada y fuerte.

Cita de Paul Gilbert, de su libro “The Compassionate Mind”, de 2009.

Fotografías tomadas durante la séptima edición del Retiro de Autocompasión en el Monasterio de Gilet, los días 24, 25 y 26 de octubre de 2025.  

Sugerencia – Meditación n. 11: “Cultivando la Autocompasión”.

Esta meditación nos ayuda a aprender a traernos calidez y amorosidad hacia nosotros mismos en momentos de sufrimiento, cuando no hemos conseguido aquello que nos habíamos propuesto o las cosas no están saliendo cómo hubiéramos deseado. Si se aplica con honestidad hacia uno mismo, produce una presencia conectada y amorosa, que amortigua los estados anímicos negativos y ensalza los positivos. Buena práctica…