Aunque podamos sentir plenitud al ver una puesta de sol o a un grupo de niños riendo abiertamente, en general no estamos diseñados para saber parar y mirar con ojos de asombro todo lo que la naturaleza nos regala cada día. La habituación, esa capacidad de adaptación que tanto necesita el ser humano para sobrevivir como especie, tiene su reverso: también nos adaptamos a lo bello, y lo damos por sentado, por regalado.
Abrirnos a la gratitud requiere práctica e intencionalidad: saborear lo que graciosamente se nos es dado ha de entrenarse, la necesidad de supervivencia hace que nuestro cerebro funcione con sesgo negativo, no sesgo agradecido…
La gratitud es el antídoto a la queja: nos quejamos de que no tenemos suerte, de que el azar positivo no cae nunca en nuestra puerta. Este pensamiento cierra la mirada a todo lo negativo que “no” ocurre: ¿No será que cada día es un milagro pero no estamos entrenados a verlo?
Hacemos una analogía con la respiración:
INSPIRAMOS: tomamos y agradecemos del mundo
ESPIRAMOS: damos, devolvemos al mundo lo que recibimos
La gratitud es una “emoción elevada” que va muy unida a la generosidad. Cuando la sentimos, hay una sensación de conexión interior con algo más grande que nosotros. Una sensación de abundancia que nos lleva a sentir la necesidad de ser generosos.
Para poder sentir gratitud auténtica, hemos de dejar de lado al ego, que siempre es exigente, y abrirnos a la humildad de lo que es, sin pretender que las cosas sean como nos gustaría que fueran.
La gratitud es una de las actitudes centrales que fomentamos deliberadamente cuando practicamos Mindfulness: aprendemos a saborear la experiencia y también a expresarla, dos pasos imprescindibles para captar toda su potencia.
Desde este blog “Lunes Mindful en Psyke”, quisiera expresar mi agradecimiento hacia el privilegio que la vida me ha dado de poder vivir mi vocación y contar con personas tan excepcionales que me acompañan en este camino de constante aprendizaje y descubrimiento.
Todos los estudios de investigación sobre la gratitud correlacionan positivamente con el bienestar psicológico. Los últimos publicados, aconsejan recordar que somos mortales. Aunque suene duro, es un estímulo muy poderoso para saber agradecer la vida misma…
GRATITUD, de Oliver Sacks
“En los últimos días he sido capaz de ver mi vida desde una gran altura, como si fuera un paisaje, y con una percepción cada vez más profunda de que todas sus partes están conectadas (…) me siento intensamente vivo, y quiero y espero, en el tiempo que me queda, estrechar mis amistades, despedirme de aquellos que amo, escribir más, viajar si tengo fuerzas y ser capaz de comprender y conocer más y mejor. Para ello hará falta audacia, claridad y llamar a las cosas por su nombre; intentaré saldar cuentas con el mundo. Pero también habrá tiempo para divertirse (e incluso para hacer un poco el tonto). De repente veo las cosas con claridad y perspectiva. No queda tiempo para lo superfluo (…). No voy a fingir que no estoy asustado. Pero mi sentimiento predominante es el de gratitud. He amado y he sido amado; he recibido mucho y he dado algo a cambio; he leído y viajado, he pensado y escrito. He mantenido un diálogo con el mundo. Por encima de todo, he sido un ser sintiente, un animal pensante en este hermoso planeta, y eso, en sí mismo, ha sido ya un enorme privilegio y una aventura”.
Del cuarteto de ensayos titulado “Gratitud” de Oliver Sacks (1933-2015), escritos en los últimos años de su vida, extraigo este párrafo del ensayo “De mi propia vida” en el que el autor expresaba su inmenso sentimiento de gratitud por haber tenido una existencia plena, tanto en el plano vital como en el intelectual.
Ilustración para “Big Questions from Little People, and Simple Answers from Great Minds”, de Gemma Elwin Harris. (Grandes preguntas de gente pequeña y respuestas sencillas de grandes mentes). Parte de los beneficios se donarán a Save the Children.
Sugerencia: “Meditación de la gratitud” nos ayuda a abrir nuestro corazón y saber ver todo lo que nos rodea y que pasa la mayoría de veces inadvertido. Empezamos por sentir ya agradecimiento por la propia sensación de respirar, que es vida pura, y aprendemos a ampliar nuestra mirada para percibir todo lo que la vida nos regala.