Cada vez es más evidente el impacto que tienen las redes en nuestros encuentros sociales. Vemos mesas enteras de personas con la cabeza gacha enfrascadas en el entretenimiento que aportan sus móviles, tan difícil de superar en impacto e interés por seres humanos ordinarios. Gran parte de los contagiados por esta dinámica adictiva se sienten solos, poco comprendidos y tremendamente frágiles. Pero no lo expresan. Todos parecen estar bien y contentos, despistando a los demás y avivando el aislamiento.
Es el pez que se muerde la cola: no lo expreso, el otro tampoco lo expresa y aquí estamos ambos, tan a gusto y tan desarraigados. Por desgracia, la anestesia más inmediata está en la palma de nuestra mano. Y así vamos, con el estrés por las nubes porque estamos aislándonos y comportándonos contra-natura. Nos necesitamos urgentemente. Hemos de conectar íntimamente con el otro, estando más presentes, mostrando nuestra vulnerabilidad (que siempre conecta), y estando dispuestos a invertir tiempo y energía en las personas que nos importan.
La amistad amortigua el estrés, ayudándonos a afrontar los desafíos diarios gracias a una red de apoyo que nos aporta consuelo y perspectiva cuando compartimos nuestra desazón (me siento comprendido, no soy yo el único que lo está pasando mal). Marisa Franco, psicóloga experta en relaciones interpersonales, destaca que la soledad no solo afecta a nuestra salud mental, sino que puede tener consecuencias físicas graves, incrementando el riesgo de enfermedades crónicas y disminuyendo nuestra expectativa de vida. Ha demostrado ampliamente que quienes cultivan amistades fuertes tienden a ser más felices, vivir más tiempo y manejar mejor las adversidades.
Fomentar y cuidar las amistades requiere intencionalidad y esfuerzo. Abrirse emocionalmente cuesta. Si aprendemos a compartir nuestras inseguridades con honestidad podremos fomentar relaciones más profundas y significativas. Por otro lado, poder predecir una cierta continuidad en los encuentros, como una llamada semanal, o un café mensual, o un breve mensaje de texto hasta que se produzca el esperado encuentro, da sensación de seguridad y acogimiento. Este tipo de rituales sencillos son más que simples hábitos; son una forma consciente de priorizar la amistad en medio de los quehaceres demandantes de la vida diaria. Las responsabilidades laborales y personales suelen ocupar la mayor parte de nuestro tiempo, por eso estos pequeños actos son tan importantes. Nos recuerdan -y recuerdan a los demás- el valor que le damos a nuestras relaciones.
Desde Psyke te invitamos a reflexionar sobre las amistades en tu vida. ¿Cómo puedes fortalecer esos lazos? ¿De qué manera puedes mostrar aprecio y cuidar a quienes te rodean? Recuerda que la amistad no es un lujo, sino una necesidad humana fundamental que nutre nuestra alma y nos permite florecer.
“La amistad es crucial para nuestro bienestar; es un ancla emocional en un mundo en constante cambio. Aprendamos a fomentarla y cuidarla, pues en la conexión con otros reside la verdadera esencia de nuestra humanidad.”
Extracto de “Platonic”, de la Dra. Marisa Franco, de 2022.
Ilustración del artista Maurice Sendak para “Let’s be Enemies”, de Janice May Udry.
Sugerencia: Meditación n. 19 – “Meditación de Amor y de Energía Vital”.
Esta meditación comienza por dar y traernos amor y compasión hacia nosotros y hacia los demás. Déjate llevar con apertura, curiosidad y sin juicio, sin intentar cambiar nada de lo que estés experimentando, ni juzgar lo que vaya apareciendo. Esta “soltura” puede dar lugar a un estadio de consciencia elevada en absoluta calma y desconexión de los pensamientos persistentes, donde nada te puede perturbar. Es una meditación revitalizante y muy potente para activar nuestro sistema inmunológico, como antídoto a los estragos del estrés. Buena práctica…