Permitirnos observar con curiosidad ese espacio abierto en el que ocurre absolutamente de todo, puede ser lo más difícil de conseguir para un ser humano que necesita siempre predecir y controlar su entorno para sentirse seguro. A más miedo, más necesidad de control. Por eso, nuestra mente es una máquina de predecir. Y precisamente por eso, hemos de rebelarnos contra sus mandatos y aprender a abrirnos al “no saber” para así poder experimentar la vida desde el asombro, la incertidumbre y la ambigüedad.
¿Y por qué?
Pues porque, en realidad, no sabemos nada. Por no saber, no sabemos ni dónde, ni cómo vamos a estar dentro de cinco minutos, ni de cinco días, ni mucho menos dentro de cinco años. Igual ni existimos…
Démonos cuenta de que la mente intenta siempre simplificar las cosas para ayudarnos a existir sin sobresaltos. Sabemos que todos vamos a morir, pero la mente hace vericuetos para que se nos olvide. Sino, la existencia sería un infierno. Sabemos que estamos pisando el suelo de un globo terráqueo girando sobre su eje en medio de un espacio infinito, pero nuestra mente nos fija la atención en el suelo de cemento, tangible y controlable, con sus calles trazadas y sus intersecciones previsibles, porque así están plasmadas en todas las ciudades del mundo.
¿Qué hace una mente?
Su máxima función es pensar. Y en ese pensar, por su evolución y su objetivo último (que sobrevivamos), la mente nos previene de peligros, nos intenta impedir experimentar ciertas situaciones o afrontar personas incómodas y nos intenta dirigir hacia todo lo que nos apetece.
Es crucial, pues, comprender la mente y aceptarla tal cual es. Precisamente por eso meditamos las personas que meditamos, para familiarizarnos con ella y así no asustarnos con las animaladas que a veces nos propone. Conseguir liberarnos de su corsé es crucial para vivir una vida rica y creativa.
Y por este motivo, la actitud de asombro es el único antídoto posible
Cultivar una mentalidad abierta y curiosa significa acercarse a cada experiencia y encuentro desde la admiración y la disposición para explorar y descubrir algo nuevo. Porque la mente tiende a dar por sentado lo que ya conoce, o sea, lo familiar, impidiendo que veamos la belleza y el significado de las pequeñas cosas que pasan tantas veces inadvertidas. No es necesario exponernos a eventos extraordinarios o grandiosos para experimentar asombro.
El misterio de la vida misma ya es suficiente aliciente…
“El asombro es un recordatorio poderoso de nuestra humanidad y vulnerabilidad. Nos permite apreciar la incertidumbre de la vida y encontrar el significado en la exploración y la conexión con el mundo que nos rodea, lo que contribuye a nuestra salud mental y emocional”
Extracto de “Trascender: la nueva ciencia de la autorrealización” de Scott Barry Kaufman.
Ilustración de Aimée Sicuro para “Bright Night, Starry City” (Noche Luminosa, Ciudad Estrellada) de Uma Krishnaswami.
Sugerencia – Meditación n. 4: “Meditación Aquí y Ahora: Mente-Cuerpo-Mundo”
Esta meditación nos ayuda a darnos cuenta cuando nuestra mente nos está arrastrando hacia el drama. Por eso, sin enfadarnos con ella, nos preguntamos qué nos está proponiendo, observándolo todo con curiosidad y sin juicio, bajamos al cuerpo para arraigarnos en su fortaleza, y reconectamos con el mundo que nos rodea, desde una mente abierta y curiosa, para no perdernos en el abismo. Buena práctica…