REFLEXIONES TERAPÉUTICAS PARA INICIAR LA SEMANA CON LA INTENCIÓN DE VIVIR EL PRESENTE Y ASPIRAR A UNA VIDA PLENA CON SENTIDO

“Qué bien nos sienta hacer aquello que nos sienta bien…”

Y qué difícil resulta optar por priorizar nuestro bienestar y no caer en las tentaciones mentales que nos esclaviza a causa de nuestras “apetencias”. Es paradójico: somos las únicas criaturas que siendo conscientes de lo que nos sienta bien, tantas veces decidimos hacer todo lo contrario.

¿Y por qué?

Para responder a esta pregunta necesitamos comprender cómo actúa nuestra mente. No somos responsables del funcionamiento de nuestro corazón, ni de los pulmones, ni de los riñones: forman parte del sistema auto-regulador del cuerpo. Tampoco supervisamos los procesos homeostáticos mediante los cuales, por ejemplo, mantenemos nuestra temperatura corporal. La naturaleza ha diseñado nuestros sistemas orgánicos para funcionar automáticamente sin nuestra intervención voluntaria, pero las mentes funcionan de forma diferente: propongan lo que nos propongan, siempre tenemos la opción de “elegir”.

Sin embargo, si aprendemos a observarla con curiosidad, veremos que siempre nos suele sugerir hacer aquello que le «apetece» (aunque nos siente mal), y desvía nuestra atención de aquello que sería bueno que hiciéramos, simplemente porque no le apetece.

El deporte (al que le guste el ejercicio físico que ponga otro ejemplo, ha de ser algo que nos dé pereza hacer). Cuando nos encontramos en puertas de ponernos las mallas para bajar al gimnasio o al río, la mente ya empieza: “no te va a dar tiempo”; “¿recuerdas el informe que has de preparar para hoy?” o “parece que va a llover”… cualquier excusa es válida para no entrenar. Y cuando la mente te tienta a hacer algo que sabes que te va a sentar mal, como ver capítulos de tu serie favorita cuando has de estudiar para un examen: “tienes que desconectar un poco, no vas a estar estudiando todo el día” ¿y si ves solo un episodio más hoy y mañana te levantas a primera hora a estudiar?”

Cuando sucumbimos a la mente embaucadora de apetencias, casi siempre acabamos sintiéndonos mal o culpándonos. Y cuando superamos sus tentáculos tentadores y hacemos lo que sabemos necesitamos hacer, nos sentimos satisfechos y con energía renovada.

Hacer una buena caminata por la playa o por el monte (que puede requerir madrugar), qué bien nos sienta después ¡hasta la comida nos sabe más buena! Limpiar aquel armario resistente que se desborda cada vez que lo abrimos. El esfuerzo tiene su recompensa en nuestra satisfacción personal, si es algo que nos molesta de veras pero demoramos una y otra vez porque “no me apetece” (ojo: es la mente que te intenta convencer. Si no me crees, obsérvala y verás).

Cada vez que te encuentres ante una decisión de qué hacer o no hacer, pregúntate: “¿esto lo hago porque me quiero?» «¿Esto me va a sentar bien y va en arreglo a lo que yo valoro?». Si decides conscientemente, aumenta la potencia de la acción. Eso no quiere decir que tengamos que actuar siempre así, también podemos optar, de vez en cuando, por “soltarnos la melena” y os aseguro, hecho desde la consciencia: ¡no sabéis lo bien que sienta!

Pero hay que saber discernir: cuándo lo que elijo lo hago desde el amor hacia mí, o lo hago por miedo, pereza o comodidad. Ahí no se vale y para eso tenemos la sabia consciencia que siempre está pendiente de nosotros, si la atendemos como se merece…

¿A qué esperas?

“Visualiza aquello que quieres hacer y simplemente empieza. El empezar ya aporta energía y nuevas ideas. Si nado un kilómetro, la primera media hora puede hacerse eterna, pero en algún punto intermedio aparece la energía”

Extracto del libro “Letters to a Young Artist: Straight-up Advice on Making a Life in the Arts for Actors, Performers, Writers, and Artists of Every Kind” de Anna Deavere Smith.

Ilustración de Liniers para la carta de Rebecca Solnit dentro de la colección “A Velocity of Being: Letters to a Young Reader, editado por María Popova y Claudia Zoe Bedrick.

Sugerencia: “Meditación Mente-Cuerpo-Mundo” en www.psyke.es. Esta meditación nos ayuda a aprender a observar nuestra mente para no engancharnos en sus “apetencias” y arraigarnos cada vez más en nuestro cuerpo y nuestro mundo para a tener la firmeza en aquello que sabemos que nos sienta bien, aunque no nos guste. Buena práctica…

,