Tenemos un mundo interno tan complejo que, si no aprendemos a regularlo, podemos acabar resolviéndolo de la manera menos adecuada. La excesiva medicalización a la que nos vemos cada vez más abocados, asusta. Es el camino fácil. He escuchado demasiadas veces “si lo puede resolver una pastilla, para qué molestarse”. Adquirir herramientas para domar la mente y gestionar nuestros estados emocionales es la única forma de armarse internamente para poder afrontar las vicisitudes que nos trae todo lo externo a nosotros: la vida.
Y es que el malestar emocional se trata cada vez más con soluciones farmacológicas. La tristeza, la ansiedad o la frustración, que en el fondo son respuestas naturales ante las dificultades de la vida, parecen haberse convertido en síntomas que hay que eliminar cuanto antes. Esto ha llevado a una preocupante medicalización del sufrimiento, donde la solución más inmediata es una pastilla en lugar de una exploración más profunda de lo que nos ocurre.
Hay veces en las que hay que acudir a los psicofármacos porque no hay forma de levantar cabeza. Para eso están: para cuando tu vida deja de ser funcional (es decir, no puedes funcionar). El problema está en su uso indiscriminado. No deberían ser la única respuesta. La regulación emocional es una capacidad que podemos desarrollar con herramientas que se pueden adquirir con trabajo y constancia. No es un camino fácil, pero es un proceso que te puede ayudar durante toda la vida. Si tenemos conflictos internos y los anestesiamos con soluciones externas, perdemos la oportunidad de fortalecer nuestros propios recursos.
La creciente tendencia a recurrir a psicofármacos sin acompañarlos de terapia o estrategias de afrontamiento nos deja en una posición de mucha vulnerabilidad. Sin el trabajo interno necesario para entender y gestionarnos, corremos el riesgo de depender de tratamientos que, en muchos casos, solo alivian los síntomas sin abordar la raíz del problema. Por eso hemos de comprender que la salud mental no puede depender únicamente de soluciones químicas. Desarrollar herramientas psicológicas y fortalecer la resiliencia son pasos esenciales para un bienestar real y duradero. Cuanto más cultivemos nuestra fortaleza interior, menos dependeremos de soluciones externas para encontrar el equilibrio.
El sufrimiento es parte de la experiencia humana, y tratarlo como un trastorno que debe erradicarse nos hace más frágiles. No todo dolor emocional es patológico, y medicalizarlo nos priva de la posibilidad de aprender de él y desarrollar resiliencia.
Cita del psiquiatra Allen Frances, quien participó en la elaboración del Manual de Diagnóstico DSM-IV.
Ilustración de Intelaq Mohammed Ali, para el libro “The Amazing Discoveries of Ibn Sina”, de Fatima Sharafeddine.
Sugerencia – Meditación n. 6: “Nombrar las Emociones”.
Esta meditación sirve para desarrollar la inteligencia emocional y la gestión de las emociones: reconociéndolas, sin identificarnos con ellas, viéndolas como elaboraciones de la mente pasajeras, y creando distancia para aprender a responder a ellas sin reacciones impulsivas. Buena práctica…