Las personas estamos en constante evolución. Cada vivencia, cada pieza de información que nos llega, cada experiencia con otras personas (tanto agradables como desagradables), se guarda en nuestro Ser y nos empuja a adaptarnos a los impactos de la vida. No adaptarnos a lo que nos afecta nos lleva al inmovilismo y a detener nuestro crecimiento y bienestar. A veces justificamos esta especie de confinamiento y nos convencemos de que estamos bien así, hasta que acecha la nube gris-gris y nos apaga la sonrisa durante demasiados días, indicándonos que hay que moverse.
Cuando aparece el conflicto interno y detectamos viejos patrones que ya no nos sirven, hemos de aprovechar. Las tierras movedizas internas son siempre una señal. ¿Qué nos frena? La caja mental en la que estamos atrapados está llena de creencias limitantes, de miedos y rutinas que, aunque aparentemente cómodas, no nos permiten avanzar. Sentirás estrés si te quedas ahí como un clavo, y estrés si te mueves. Hay que decidir qué tipo de estrés prefieres…
Existen dos tipos de reacciones comunes ante el estancamiento:
- Los que se mantienen firmes en su posición, pensando: “No pienso cambiar” o “Soy como soy y siempre he sido así”. Esta rigidez mental es un mecanismo de defensa para no enfrentarse al miedo a lo desconocido o al fracaso, lo que esclaviza a vivir muy por debajo de su potencial de felicidad, atrapándolos en una eterna insatisfacción y -consecuente- resentimiento ante la vida.
- Hay quien reconoce que sus viejos patrones ya no sirven y buscan activamente formas de cambiar. Son personas dispuestas a salir de su zona de confort, probar nuevas estrategias y, si es necesario, buscar ayuda externa. Esta disposición al cambio, aunque desafiante, es un signo de crecimiento y resiliencia. La cuestión es que hay que aprender a actualizarse: igual que reseteamos internet con el botón de “reset”, nosotros hemos de ir adaptándonos a las distintas situaciones con las que nos encontramos.
Antes de iniciar el viaje hemos de darnos cuenta y aceptar que somos prisioneros de un patrón que ya no nos beneficia. Examina las creencias que sostienen tu caja mental. ¿Son realmente ciertas? ¿Cómo te están limitando? Si finalmente decides emprender el cambio, no lo hagas de golpe. Establece metas pequeñas que te acerquen a tu objetivo. Así será menos abrumador y más manejable. Lo ideal es que un terapeuta o amigo con experiencia vital te guíe con nuevas perspectivas y estrategias que te motiven.
El cambio es un proceso continuo que requiere esfuerzo y valentía. Al reconocer nuestras limitaciones y tomar pasos conscientes hacia el crecimiento, podemos salir de nuestras cajas mentales y alcanzar nuestro verdadero potencial, en el que el auto-conocimiento y la auto-consciencia son esenciales. Cualidades que se fomentan con la introspección meditativa.
Quien no se cuestiona, no puede avanzar. ¿A qué esperas? Aprende a meditar…
«El cambio no es solo posible; es una parte natural del proceso de aprendizaje. La verdadera clave para cambiar nuestras vidas radica en adoptar una mentalidad de crecimiento, en la que creamos que nuestras habilidades y talentos pueden desarrollarse a través del esfuerzo y la perseverancia.»
Extracto del libro «Mindset: The New Psychology of Success «, de Carol Dweck.
Ilustración de la artista Dasha Tolstikova para el libro “The Jacket” de Kirsten Hall.
Sugerencia: Meditación n. 20 – “Meditación del “SÍ”
Esta meditación puede iluminar nuestras formas habituales de resistir o querer controlar la experiencia, cultivando la capacidad de presenciar la vida sin condiciones. Decir SI no es estar de acuerdo con un comportamiento perjudicial, es estar dispuesto a presenciar y afrontar la vida, tal como es, con valentía y honestidad. Buena práctica…