Por nuestras historias biográficas de negligencia, exclusión o, puramente, dejadez en nuestra educación, podemos generar una dependencia afectiva-ansiosa, temerosa de perder el afecto, fóbicas a la soledad y, sobre todo, aterrorizada a que alguien decida marcharse deliberadamente de nuestro lado. Es el dañino “pánico al abandono” que casi todos tenemos incrustado en nuestras neuronas, tan difícil de superar porque forma parte de nuestra naturaleza.
Hay una explicación muy válida que viene de la prehistoria por nuestro cerebro heredado desde hace millones de años. Cuando vivíamos en las cavernas, nuestra supervivencia dependía de pertenecer a una tribu: un grupo de personas unidas que se protegía entre sí. Si alguna persona en particular sufría el rechazo del grupo ya sabía que sería pasto de los leones, y de ahí su terror a quedarse por el camino.
Un miedo exacerbado produce un monstruo engrandecido que nos ciega a creer que nunca podríamos superar que “nos dejasen”. Y así construimos nuestras relaciones dependientes y pegajosas que pueden, paradójicamente, ser la causa final de una ruptura real por pura asfixia.
Estas son algunas de las señales más comunes en una relación presidida por el miedo:
1- Apego inmediato: aun si la persona a la que te “apegas” no te corresponde ni está disponible…
2- Intento de agradar, ocultando las partes de nosotros que no nos gustan…
3- Tener relaciones sexuales no apetecidas como forma de asegurar la relación (manipulación)…
4- Sentir amenazada la relación ante la presencia de terceras personas…
Cuando el miedo protege tanto que produce el efecto contrario:
5- No comprometerse: se distancia antes (se excluye antes) para que no lo puedan rechazar…
6- Tener muchas relaciones superfluas y de corta duración…
7- Romper la relación antes de que la puedan romper contigo (para salvar el ego)…
Solo se puede salir del miedo entrando en el miedo. Punto y aparte.
No es agradable de sentir, pero puede ser la única forma de poder sentir la liberación de ese miedo acechador y perseverante que esclaviza y limita tanto nuestras vidas. Por eso, no lo busques (no somos masoquistas), pero si el abandono aparece en tu vida, acógelo con las herramientas adecuadas para sobreponerte, respetando tus tiempos y tus necesidades.
Cuando descubras que toda la fuerza está en ti, no habrá viento tramontana que te tumbe…
“Cuando llega el invierno, te das cuenta de que hemos vivido mil inviernos en nuestras vidas –algunos grandes, otros más pequeños-…
Algunos inviernos reptan por nuestras entrañas tan sigilosamente que ocupan cada parte de nuestras vidas antes de que hayamos podido darnos cuenta y verdaderamente sentirlos…
(…) La vida serpentea como un camino por el bosque. Hay estaciones en las que florecemos y otras en la que caen las hojas y muestran nuestros huesos pelados. Si os permitimos el tiempo necesario, vuelven a crecer”
Extracto de “Wintering: The Power of Rest and Retreat in Difficult Times” de Katherine May (El poder del descanso y el retiro en momentos difíciles).
Ilustración de Art Margaret Cook para una edición limitada de 1913 de “Leaves of Grass” de Walt Whitman.
Sugerencia: “Meditación de la Montaña” en www.psyke.es. Esta meditación sirve para desarrollar la firmeza y la sensación de poder interior, además de la aceptación de lo que se nos presenta en la vida. Sin dejarnos arrastrar por reacciones automatizadas. Sentirnos como montaña nos recuerda que la firmeza y la fuerza la llevamos dentro, solo hemos de descubrirla…