REFLEXIONES TERAPÉUTICAS PARA INICIAR LA SEMANA CON LA INTENCIÓN DE VIVIR EL PRESENTE Y ASPIRAR A UNA VIDA PLENA CON SENTIDO

“En cuanto te topes con la felicidad, cógela y suéltala” –Shimon Edelman

Acabamos de celebrar el Día Mundial de la Felicidad, instituido por la ONU cada 20 de marzo desde 2013 para destacar la importancia que tiene la felicidad en el desarrollo del bienestar de todos los seres humanos. El objetivo es concienciar a los gobiernos para que acometan políticas encaminadas a erradicar la pobreza, a reducir la desigualdad y a cuidar nuestro planeta. Anda que no queda…

El origen partió del rey de Bután, quien inventó el concepto de Felicidad Nacional Bruta (FNB) en lugar de Producto Interior Bruto (PIB) para calibrar el avance de sus súbditos, pues no por ser más ricos se es más feliz, aunque el nivel de renta ayude.

En paralelo acaba de salir el gran informe mundial sobre la felicidad: “World Hapiness Report 2021”. De entre todos los factores que consideran sostienen el bienestar (la renta, la salud, alguien en quien confiar, la libertad, la generosidad y la confianza), este año pandémico destacan dos conceptos por encima de la riqueza y que son fundamentales en la práctica de Mindfulness: la confianza y la benevolencia (buena voluntad). Ambas son cualidades “relacionales” y cooperativas que requieren conexión. Y es que este año la falta de contacto humano es lo que ha magnificado nuestra necesidad de tenerlo.

Sabemos lo que es la felicidad porque experimentamos la infelicidad. Vivimos en un mundo de contrastes y opuestos. Por eso practicamos saber estar con todo lo que hay: lo dulce y lo amargo, la luz y la sombra, el calor y el frío, apreciando todo lo que experimentamos, todo lo que se presente, porque ya está ante nosotros.

Querer conservar los momentos felices y prolongarlos en el tiempo es justo la mejor forma de perderlos…

Thich Nhat Hạnh dice “Present moment, perfect moment” y significa sencillamente “ser” y vivenciar lo que hay aquí y ahora, en el puro presente, sin querer que sea diferente a lo que ya “es”.

Parece fácil -realmente lo es- aunque requiere un camino de aprendizaje continuo y de por vida, que bien vale la pena seguir…

“La tierra era cálida bajo mi cuerpo, y cálida la sentía entre mis dedos al tocarla (…). Permanecí tan inmóvil como pude. No ocurrió nada. No esperaba que ocurriera nada. Era tan solo una cosa recostada bajo el sol al igual que las calabazas, y no quería ser nada más. Estaba enteramente feliz. Quizás sea eso lo que sentimos al morir y convertirnos en algo más entero, ya sea sol y aire o bondad y conocimiento. En cualquier caso, eso es la felicidad: disolverse dentro de algo completo y grandioso. Y cuando le llega a una, llega de forma tan natural como el sueño”

Extracto de “My Antonia” de Willa Cather (1918).
Ilustración de David Roberts para el libro “Happy Birthday, Madame Chapeau” de Andrea Beaty.
Sugerencia: “Meditación de la dulzura y la felicidad” en www.psyke.es. Para permitirnos sentir sensaciones de bienestar y felicidad con mayor claridad, siendo más conscientes de nuestros estados de ánimo, serenidad, armonía y energía. Nos abrimos a sentir la plenitud y la dulzura sin aferrarnos a ellas, dejando que vayan y vengan con la confianza tranquila de que siempre están presentes en diferentes instantes y formas.