Muchos piensan que con querer a los hijos ya es suficiente. Como si un halo mágico de sabiduría te fuera a iluminar en tu propósito de educar y guiar a tus hijos hacia su adultez. Con toda la información disponible, y la buena labor que realizan algunos centros educativos, hay hijos que acaban siendo más adultos que los padres.
El propósito siempre es noble: “lo voy a hacer mejor de lo que lo hicieron conmigo”. Y una vez se emprende el camino, aparecen los obstáculos del estrés, el cansancio, las repetidas desobediencias infantiles (necesarias e inevitables) con los correspondientes “pollos” que montan en cualquier lugar. Muchos padres se miran entre sí con cara de comprensión y empatía -si tienen hijos- o con cara crítica y de superioridad si no los tienen, porque realmente no tienen ni idea de lo que supone la crianza.
A los que ya hemos sido padres, hubiéramos apreciado que alguien experto nos arrojara luz y sabiduría en su momento. La responsabilidad es tremenda. Somos sus referencias y hemos de asumir nuestro papel de la mejor manera posible. Sin sobreprotegerlos (el mal de esta época) ni constreñirlos dentro de normas estrictas que no encajan con el momento actual. Tener en cuenta el contexto es crucial. Qué difícil…
Simplificándolo mucho, hay cuatro pilares fundamentales en la educación de un hijo:
- Amor incondicional: hagan lo que hagan no les va a faltar amor. El amor no es una transacción del tipo “si no me obedeces ya no te quiero”. El amor aporta seguridad y está siempre presente. Se puede ser amoroso y firme a la vez.
- Tolerancia a la frustración: han de aprender que la vida trae frustración y hemos de prepararles para que lo asuman. No se puede tener todo al minuto. En este sentido demorar gratificaciones es esencial. Si quieren algo, enseñarles a esperar hasta conseguirlo les ayudará a apreciarlo cuando lo reciban.
- La cultura del esfuerzo: lo que cuesta conseguir se disfruta el doble. Y si esa consecución parte de un esfuerzo personal, como “cuando acabes los deberes nos vamos al cine”, el cine sabe a gloria. Nunca des el premio antes de la tarea. Ni siquiera para ti. Compruébalo y verás como no es lo mismo.
- Aprende a regular tu estrés porque lo vas a necesitar. Has de poder enseñar a tus hijos a regular el suyo porque no tienen herramientas internas suficientes. Pero tu como adulto, sí. Y si te das cuenta de que no las tienes, adquiérelas. Apúntate al Curso de Reducción de Estrés Basado en Mindfulness. En ocho semanas notarás la diferencia.
El proceso de criar hijos es uno de los mayores retos emocionales y psicológicos que alguien puede enfrentar. Adquirir herramientas para hacerlo de manera consciente y efectiva es fundamental.
«Criar a los hijos no es controlarlos o ser el jefe. Se trata de guiar y enseñar, de ser su ejemplo y su refugio seguro. Los padres que se toman el tiempo de aprender sobre la crianza consciente no solo construyen una relación más sólida con sus hijos, sino que les enseñan habilidades de vida esenciales como la responsabilidad, la empatía y la resolución de problemas. El castigo puede detener el comportamiento a corto plazo, pero es la conexión, la comprensión y el respeto mutuo lo que genera cambios duraderos en su comportamiento y, más importante aún, en su corazón.»
Extracto del libro «Disciplina Positiva: Cómo educar con firmeza y cariño», de la psicóloga y educadora Jane Nelsen.
Ilustración del artista Alessandro Sanna para el libro “Crescendo”, de Paola Quintavalle.
Sugerencia: Meditación n. 8 – “Suaviza, Conforta y Permite espacio a las emociones difíciles”
Esta meditación nos ayuda a desarrollar la gestión de las emociones: reconocerlas, aceptarlas y dejarles estar en nosotros. Sin intentar reprimirlas ni controlarlas. Sabiendo que están ahí porque cumplen la función de informarnos de lo que sucede en nuestras vidas. Si aprendemos a gestionar nuestras propias emociones difíciles, es más probable que lo sepamos transmitir a nuestros hijos. Buena práctica…