REFLEXIONES TERAPÉUTICAS PARA INICIAR LA SEMANA CON LA INTENCIÓN DE VIVIR EL PRESENTE Y ASPIRAR A UNA VIDA PLENA CON SENTIDO

El antídoto contra la crítica (I): “YO podría ser TÚ”

Escuché a Paul Gilbert (fundador de la Terapia Focalizada en la Compasión (CFT), decir en una conferencia “si yo hubiera nacido en un entorno de delincuentes, tendría mucha más probabilidad de serlo. He nacido en un entorno médico en Inglaterra y ahora soy un psicólogo inglés, pero podría haber sido cualquier persona”.

Muchos no somos capaces de darnos cuenta de que las personas hacemos -dadas nuestras circunstancias- lo que podemos. Y que si lo pudiéramos hacer de otra forma, lo haríamos. Y “el otro”, también.
Pero empecemos por nosotros mismos: recordad una situación en vuestras vidas de la que os arrepentís y que os hubiera gustado hacer de manera diferente. Si os transportáis con total honestidad a ese momento, en ese contexto, con el conocimiento y la experiencia de ese mismo instante, os daréis cuenta de que lo hicisteis así porque fue lo que pudisteis -o quisisteis- hacer, dirían muchos…pero es igual, porque la volición también estaba determinada por tu “TU” del momento.

Ahora no se vale ir hacia atrás y reñirnos (eso se llama maltrato psicológico), porque entonces no teníamos el conocimiento ni los recursos que tenemos ahora.

Cuando criticamos o juzgamos al otro pues, hemos de darnos cuenta de que parten de la misma premisa: aunque lo hagan “mal” a nuestros ojos, no lo pueden hacer de otra manera. Si nos apropiáramos de su estilo familiar, sus vivencias, sus circunstancias y, sobre todo, sus carencias, estaríamos haciendo lo mismo, porque no seríamos nosotros, sino ellos.

Muchos preguntan ¿eso quiere decir que tenemos que justificar todos los actos?

No, por supuesto. Una cosa es “entender el por qué” y otra distinta es justificar. No está en nuestra mano hacer justicia. Para eso está esa palabra que está en desuso en la educación actual: las CONSECUENCIAS.

Para casos graves están las penas objetivas: las fianzas, las multas, la cárcel…
Y para la mayoría de los demás casos relacionales hay consecuencias incluso más dolorosas: el confinamiento social, el aislamiento, la soledad, el desamor, la tristeza y una gran confusión, que muchas veces viene de la propia impotencia de no saber hacerlo de otra manera.

Bocanadas de “justicia” que cada uno tendrá que gestionar como pueda.

Con mucha suerte -y es lo que se aspira desde el trabajo terapéutico- algún día podrá hasta llegar a alegrarse de la situación adversa dado el tremendo aprendizaje que supone y que le puede cambiar –literalmente- la vida, para bien…