REFLEXIONES TERAPÉUTICAS PARA INICIAR LA SEMANA CON LA INTENCIÓN DE VIVIR EL PRESENTE Y ASPIRAR A UNA VIDA PLENA CON SENTIDO

Castillos en el aire, ruinas en el suelo

Equilibrio

Mantener el equilibrio justo entre la ensoñación y la realidad quizás sea una de las tareas más difíciles de la vida.

Rosalía de Castro decía: “es feliz el que soñando muere y desgraciado el que muere sin soñar”. Y es que necesitamos «soñar» para generar propósitos importantes en nuestras vidas.

¿Cómo calibramos esa finísima línea siempre abierta al precipicio?

Tomemos consciencia: ¿qué estoy planificando? Hablamos, sobre todo, de aquellos que suelen pensar siempre en positivo y un tanto lejos de la realidad y luego pasa lo que pasa.

Antídoto: date cuenta de la imagen idílica que ya has adherido a tu plan y baja a la tierra, a la realidad. Si no te das cuenta de tu idealización, acabas cayendo de bruces en el agua (como los protagonistas de la ilustración de este artículo). Es entonces cuando puedes encontrarte tan fuera de juego que te arruines el día y el de los demás.

No se trata de ser tu propio agorero. Es cuestión de “abrirte a la experiencia” y, como tantas veces advertimos: ¡Suelta el resultado de tu plan!

Soñar nos activa y ayuda a florecer y disfrutar (vivir no es solo sobrevivir). Si no tuviéramos la esperanza de un mundo mejor, no nos tiraríamos a la piscina sin manguitos y no podríamos comprobar que sabemos nadar sin ellos. Eso sí, al menos asegúrate de que en la piscina haya agua.

Cuando nos enfadamos porque nuestras expectativas no han salido como nos las habíamos “pintado”, no es solo por un problema externo. Muchas veces es porque nos hemos aferrado a nuestra fantasía. Lo que revela nuestras resistencias, ancladas en una muy baja tolerancia a la frustración (el mayor mal de nuestra época).

Como decía la filósofa y poeta Emily Levine sobre la aleatoriedad e imprevisibilidad de todo lo que ocurre en el mundo en que vivimos: “hemos de aceptar que nunca vamos a saberlo todo, ni controlarlo todo, ni predecirlo todo”. Reconocer esto ya supone una liberación y, consecuentemente, un tremendo alivio.

Esa necesidad de control es una obsesión de la mente teledirigida por nuestro ego avaricioso que no tiene fin (si no ponemos consciencia, el ego acaba teniendo vida propia).

Ojo: esa necesidad de control que todos tenemos para sentirnos seguros se va por el sumidero en cuanto la realidad entra en escena – es decir, siempre.

Hay momentos en los que no solo el futuro, sino el presente es oscuro. Pocos reconocen el mundo tan radicalmente transformado en el que vivimos, no solo por pesadillas tan abrumantes como el calentamiento global o el poderío del capital global, sino nuestros sueños fracasados de libertad y justicia. Hemos de aspirar a la realización de nuestros sueños, y aun así reconocer que el mundo será mucho más salvaje que nuestra imaginación

Extracto de «The Mother of all questions» – Rebecca Solnit

Ilustración de John Burningham para el libro original de “Chitty Chitty Bang Bang” de Ian Fleming (1964).

Sugerencia – Meditación N.4: Mente-Cuerpo-Mundo

Esta meditación nos invita a pararnos y darnos cuenta de lo que la mente nos está contando ante una situación determinada, haciéndonos conscientes de lo que estamos creyendo y haciendo en el momento. Bajar al cuerpo durante esta meditación nos arraiga a la tierra, ayudándonos a conectar con la realidad del momento.