REFLEXIONES TERAPÉUTICAS PARA INICIAR LA SEMANA CON LA INTENCIÓN DE VIVIR EL PRESENTE Y ASPIRAR A UNA VIDA PLENA CON SENTIDO

La Alegría nos impulsa a compartirla con los demás…

Ilustración de Zooey Abbott para el libro “Finn’s feather” de la australiana Rachel Noble.

Es una emoción pro-social porque nos empuja a salir y relacionarnos, algo absolutamente necesario para los seres humanos que somos animales sociales por naturaleza. Todas las emociones generan una energía interna que nos mueve (del latín e-movere) a realizar alguna conducta que resuelva una necesidad. Cuando alguien nos da una buena noticia, por ejemplo, o conseguimos algo que estábamos esperando con ahínco, lo primero que se nos ocurre es salir corriendo en busca de alguien con quien compartirlo.

Esto en cuanto a esa alegría súbita y puntual que todos hemos experimentado. Pero la alegría es también una emoción que se puede cultivar como estado a través del entrenamiento de la atención.

Sabemos que la mente genera aproximadamente 70,000 pensamientos al día y que el 80% de esos pensamientos son repetitivos y tienen un contenido negativo, debido a nuestra necesidad de supervivencia. Si aprendemos a no atenderlos, pues, por deducción lógica nos sentiremos más alegres. Ya lo decía Buda: “lo que pensamos habitualmente se convierte en un hábito de nuestra mente”.

Observa a tu mente y pregúntate: ¿estoy fijándome generalmente en todo aquello que puede ir mal? ¿estoy planificando, intentando controlar o preocupándome de modo constante? ¿estoy culpabilizando a los demás, o quejándome repetitivamente? ¿me riño de manera habitual cuando las cosas no me salen como yo quiero? Todas estas actitudes generan pensamientos que se van instalando de manera repetitiva en nuestra mente, desequilibrándola y, por tanto, desestabilizando nuestro día a día. Atenderlos nos mete en un bucle negativo de difícil salida.

Todo lo que practicamos se hace más fuerte…

Todos tenemos el potencial de poder reformatear nuestra mente hacia el bienestar cultivando la atención plena. No es fácil, pero se consigue con práctica, paciencia y perseverancia. Si logramos internamente distanciarnos de nuestra mente cuando produce negatividad y a la vez fomentamos la capacidad de mantener la estabilidad cuando nuestro entorno externo se desmorona, descubriremos que el equilibrio de verdad está dentro de nosotros.

Según la psicología budista existen dos tipos de alegría:

La alegría mundana o con motivo: como cuando sientes una conexión segura y amorosa con alguien especial, cuando ves un paisaje o escuchas una música que te eleva por dentro, cuando comes un plato exquisito. Si no hay aferramiento o abuso puede ser muy beneficioso para la salud.

La alegría sin motivo: no depende de ningún estímulo externo y se puede cultivar premeditadamente, abriendo nuestra percepción al momento presente, con curiosidad y sin juicio. Lo que no quiere decir que no vayan a aparecer emociones desagradables, ni dificultades. Cuando practicamos Mindfulness  aprendemos a traernos compasión y dar el espacio que necesitamos. Se puede aprender a estar con lo difícil a la vez que cultivamos nuestra capacidad de generarnos alegría. 

Se trata de mantener una intención consciente de abrir la mirada hacia todo aquello que sí tenemos, apreciamos y agradecemos. Así que por un lado soltamos los pensamientos negativos y por otro fomentamos la gratitud por lo que estamos experimentando aquí y ahora.

La práctica meditativa de Mindfulness nos enseña cómo hacerlo.

¿A qué esperas?

No permitas que los días se escurran entre tus dedos, vívelos plenamente ahora. Esta respiración, este momento que te lleve a la plena consciencia. El tiempo es precioso. Los  minutos desaparecen como el agua en la arena, a no ser que prestes atención. Como no sabes el número de días que te quedan, trata cada día como si fuera el último (…). Experimenta todo: escribir, relacionarte, comer, hacer todas las pequeñas tareas cotidianas como si fuera la primera vez, sin restarle importancia. Si eliges vivir de esta manera, serás inmensamente rico y agradecido más allá de las palabras. Y el día que llegue la muerte, te irás sin remordimientos”.

Extracto del poema “Do not let the day slip away” (No dejes que el día se te escape) de Danna Faulds

Ilustración de Zooey Abbott para el libro “Finn’s feather” de la australiana Rachel Noble.

Meditación recomendada: N. 23 “Meditación de la Gratitud”.

Meditación para ampliar la mirada a todo lo que nos rodea que apreciamos y que nuestros patrones de pensamiento negativo nos impide ver. Comenzar el día con esta meditación va modificando poco a poco nuestra perspectiva y nos ayuda saborear la vida. Buena práctica…

, , , ,