¿Cuántas veces has planificado tu semana, tu año o incluso tu vida y ha salido todo lo contrario? Curiosamente, a veces eso “contrario” a lo que habíamos previsto ha resultado en algo mucho más fructífero que nuestro plan inicial. Cierto que hemos de prever situaciones a corto y a largo plazo, pero quizás solo deban ser las imprescindibles, porque la vida se encarga de ponernos por delante situaciones que podrían ser oportunidades y que acaban coartadas por nuestro rígido plan.
Todo se reduce a nuestra necesidad de control…
Queremos que las cosas salgan de acuerdo a nuestros deseos y nos apegamos a ideas y expectativas que pueden no ser lo mejor para nosotros. Cuando nuestro plan se desmonta, aparece la frustración, privándonos de la posibilidad de disfrutar del momento y de las sorpresas que trae consigo. Al final la necesidad de controlarlo todo no deja de ser una esclavitud. Por eso soltar el control es una auténtica liberación.
Ejemplos: Si organizas una fiesta para doce personas y aparecen dieciséis, tu enfado puede impedir que disfrutes del encuentro y no interactúes con tus invitados. Otro: tienes una cena a la que te interesa mucho asistir pero tu hijo tiene fiebre y tienes que decidir si te quedas en casa o te vas y lo dejas con la cuidadora. Esta contrariedad puede bloquearte al extremo de que acabes no sintiéndote bien ni en casa cuidando a tu hijo ni en la cena. La obsesión por querer controlar la situación hace que quieras estar en los dos sitios a la vez y, como eso es imposible, te bloqueas. Si no aprendes a abrir un espacio desde el que poder decidir qué hacer y, una vez tomada la decisión, entregarte plenamente al lugar en el que has decidido estar, cada situación inesperada se puede convertir en un infierno. Y la vida está llena de ellas.
Generamos falsas certidumbres para reducir nuestra inquietud. Este mecanismo automático de la mente busca protegernos, pero también nos limita. La clave está en reconocer que el no-saber no es el enemigo, sino un estado natural que puede abrirnos al aprendizaje y a la creatividad. Aprender a soltar el control no significa ser pasivo, sino confiar en nuestra capacidad de adaptarnos y de responder con sabiduría a lo que la vida nos presenta. No hablamos de una confianza ciega en que todo saldrá bien, sino de una confianza profunda en nuestra capacidad para manejar la incertidumbre. Esta confianza se construye con la experiencia y con el compromiso de estar presentes, aun cuando las cosas no salgan como esperábamos.
Cuando integramos la práctica de Mindfulness en nuestras vidas, aprendemos a enfocarnos en el momento presente, sin juzgar ni intentar cambiar lo que es. Estar en lo que estamos desde el más absoluto asombro ante lo que nos trae la vida es la mejor actitud posible ante un mundo continuamente cambiante.
No podemos controlar cada detalle. Más vale que aprendas, pues, a navegar la vida con curiosidad y apertura.
“En el corazón del no-saber hay una gran sabiduría. Al soltar la necesidad de certezas, abrimos un espacio interior donde la intuición y el sentido profundo de dirección pueden florecer”.«
Extracto del libro «In Touch: How to Tune In to the Inner Guidance of Your Body and Trust Yourself » («En Contacto: Cómo Sintonizar con la Guía Interna de Tu Cuerpo y Confiar en ti Mismo.»), del Dr. John Prendergast, psicólogo y autor conocido por integrar la psicología profunda con prácticas contemplativas.
Ilustración de Giuliano Cucco para el libro “Before I Grew Up” (Antes de hacerme mayor), de John Miller.
Sugerencia – Meditación n. 4: “Aquí y Ahora: Mente-Cuerpo-Mundo”
Esta meditación nos ayuda a pararnos y darnos cuenta de lo que la mente nos está contando que nos saca completamente del momento presente. Si se está quejando de lo que ha ocurrido, ya no estás en lo que estás. Es como una breve ITV que nos hace conscientes de que muchas veces estamos siendo secuestrados por nuestra mente, impidiéndonos vivir en el presente. Buena práctica…