REFLEXIONES TERAPÉUTICAS PARA INICIAR LA SEMANA CON LA INTENCIÓN DE VIVIR EL PRESENTE Y ASPIRAR A UNA VIDA PLENA CON SENTIDO

Si quieres a alguien que está sufriendo, ni le invadas ni le evites…

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Cuando personas queridas sufren un revés en la vida: un divorcio, la pérdida repentina de un ser querido (peor si es la pareja o un hijo), un cáncer o el diagnóstico de una enfermedad mental (que además conlleva mucho misterio), es habitual alejarse porque emerge el miedo de “no sé qué decirle”. El temor a expresar lo inadecuado -aun teniendo las mejores intenciones- o a hacer algo que empeora todavía más la situación, hace que muchas veces se alejen por no querer fastidiarla o porque no saben o no pueden enfrentarse a su dolor. Las evitan y así “ojos que no ven…”, empeorando todavía más la sensación de soledad del que está sufriendo…

Puede ocurrir también todo lo contrario. Personas que creen que “saben” inmediatamente lo que tienes que hacer y lanzan sus consejos casi en forma de órdenes. Esta invasión es una clara agresión, porque no están respetando las necesidades del que está viviendo el tormento de la situación. Son tales los mandatos que, además de descolocada por lo que le está pasando, puede acabar sintiéndose culpable por no cumplir con las palabras del consejero.

Ni invasión, ni evasión: ¿Qué hacer, pues, en estos casos?

Una persona depresiva, por ejemplo, se siente culpable por todo. Solo falta que le digamos “con lo que te quieren tus hijos” o “con lo que te admiran en tu trabajo”, porque además de encontrase fatal, le estamos haciendo sentir todavía más culpable. La mayoría de veces no hay que decir nada. Solo estar ahí con nuestra plena presencia amorosa. Incluso podemos decir con naturalidad: “no sé qué decirte, pero cuenta conmigo para lo que necesites. Aquí estoy…»

El conferenciante y escritor (muy laureado) Parker Palmer, que acaba de cumplir 75 años, describe en su libro “Darkness before Dawn” (La Oscuridad antes del Alba), los tres episodios de depresión mayor que sufrió a lo largo de su vida. De todo el apoyo recibido, el que más le conmovió y ayudó fue el de su mejor amigo Bill, que no le hablaba ni le pedía conversación. Iba a su casa, lo sentaba en su butaca preferida, le quitaba los zapatos y le masajeaba los pies durante una hora cada tarde. Alguna vez le decía “noto que hoy estás luchando mucho…” o “siento que estás algo más fuerte hoy”. Y ya no decía nada más, ni esperaba respuesta a sus comentarios. Estaba ahí, y eso era lo más importante…

Antes la empatía que el consejo…

La depresión va mucho más allá de la tristeza: hace que la persona sea incapaz de sentir placer alguno, que se sienta perdida, desorientada, sola  (…), lo que hace que la persona caiga en un estado fuerte de desesperanza (…). Tanto si es un familiar, un amigo o incluso alguien que no conocemos, la clave es siempre la empatía y la compasión.

Extracto del libro titulado “¿Necesito Ayuda Psicológica?” del neurocientífico Dr. Luis Moya Albiol

Ilustración del artista Olivier Tallec para su libro “This is a Poem that Heals Fish” (Este poema cura a los peces).

Sugerencia – Meditación n. 11: “Cultivando la Autocompasión”

Esta meditación nos ayuda a aprender a traernos calidez y amorosidad hacia nosotros mismos. Cuando se aplica con honestidad produce una presencia conectada y amorosa, que amortigua los estados anímicos negativos y ensalza los positivos. Buena práctica…

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