REFLEXIONES TERAPÉUTICAS PARA INICIAR LA SEMANA CON LA INTENCIÓN DE VIVIR EL PRESENTE Y ASPIRAR A UNA VIDA PLENA CON SENTIDO

Si quieres saber cómo funciona tu mente, siéntate y obsérvala…

Que la mente “va a su bola” es una obviedad científica: la mitad del tiempo que estamos despiertos la mente está en asuntos que no tienen nada que ver con lo que estamos haciendo. Aprender a entrenar nuestra atención para que no nos “enganchemos” a la multitud de pensamientos que nos propone la mente no es fácil, aunque sí necesario para nuestra salud mental.

En todo –TODO- lo que nos pasa, vivimos y sentimos, SIEMPRE interviene la mente opinando e interpretándolo todo ajustado a nuestra particular percepción proveniente de nuestras experiencias de vida. Sabiendo que esto es así, evidentemente tendremos que estudiar y trabajar la mente -y no tanto lo que nos ocurre y rodea (que no podemos controlar)- para poder tomar distancia de sus propósitos catastrofistas que todo lo magnifica. Cuando la mente se lo propone, y nosotros la escuchamos con atención, podemos acabar encarcelados en la más pura miseria.

Por eso entrenamos la atención…

Pero, según Joseph Goldstein, experto en meditación: “una vez aprendemos a prestar atención ¿qué estamos aprendiendo?” Porque claro, al principio la metodología parece muy sencilla. A medida que observamos nuestra mente deliberadamente y sin juzgar lo que va apareciendo, nos damos cuenta de nuestro repertorio habitual, tipo “40 principales”. El mero hecho de observarlo, sin engancharnos ni rechazarlo, ya es un tremendo avance, pues va perdiendo fuelle y acaba por ser algo con lo que nos acostumbramos a convivir sin que nos nuble la visión ni nuestra misión en esta corta vida.

El Mindfulness no es lo importante, es tan solo una forma de llegar a conocernos mejor, a saber más del mundo que nos rodea y de nuestra interacción con ese mundo. En definitiva, a ser más sabios…

Según Goldstein, “el Mindfulness está al servicio de la sabiduría”.

La mente –en calma, equilibrada y despejada de ruido innecesario- debe estar a nuestro servicio, y no al revés, pues si la dejamos campar a sus anchas se puede convertir en nuestra tirana más mandona y castigadora.

Los pensamientos en la cara (al igual que el pelo) nos tapan la vista, por eso es deseable saber dejar la mente “al viento”, como en la viñeta…

“Como un elefante salvaje, la mente no adiestrada puede causar importantes daños, a nosotros y a los que nos rodean (…). La mente no ejercitada vomita compulsivamente una corriente tóxica de pensamientos dispersos, para después adherirse obsesivamente a ellos, yendo de una historia a otra. Los desórdenes por déficit de atención o hiperactividad y los desórdenes obsesivo-compulsivos no son patrimonio de aquellas personas diagnosticadas como mentalmente enfermas; la mente normal es proclive a tales desequilibrios, y esta es la razón de que tantas personas experimenten malestar mental. Este malestar es síntoma de una mente desequilibrada”.
Extracto del libro “El poder de la meditación” de Alan Wallace
Ilustración: ¿qué puñetas es eso? “Oh, sólo es mi mente…”