Ir de celebración en celebración, reunirse con la familia y amigos, viajar, disfrutar de los hijos en casa, de no tener que madrugar. No tener que acudir al trabajo arreglados. Comilonas copiosas y deliciosas, regadas con risas, bailes y copas, tan a menudo excesivamente….
Con todo este deleite placentero, cualquiera diría que muchas personas estén deseando volver a los horarios regulares. Es conocida la frasecita “lo poco gusta y lo mucho cansa”, y es completamente cierta. Somos personas de contrastes y agradecemos lo mucho, cuando venimos de lo poco, y viceversa. Si te encantan los pasteles de boniato y nunca tienes bastante -yo misma- si te obligaran a comerlos todos los días los acabarías aborreciendo.
Lo mismo ocurre con los excesos festivos y el ocio: a pesar de las dificultades iniciales de resistencia (renunciar a la sensación de libertad cuesta mucho) acabamos reconociendo lo bien que nos sienta cierta estructura y regularidad en nuestras vidas. Nos guste o no, la consistencia en los horarios de sueño, comidas y actividades contribuyen a la estabilidad emocional y al bienestar general.
Aceptamos que soltarse la melena de vez en cuando es necesario. Aceptemos, pues, que también habrá que recogerla en algún momento para equilibrar el sistema. Recoger y soltar, abrir y cerrar, juerga y rigor, no debe existir lo uno sin lo otro. La rutina hace que apreciemos la juerga y la juerga nos revela la importancia de la rutina. Tan poco saludable sería establecernos solo en risas y diversión, como tan solo en la seriedad y el rigor. Con este criterio bien presente, preparémonos ante el regreso con algunos consejos para minimizar el impacto:
- Establecer Metas Pequeñas: divide las tareas pendientes en metas pequeñas y manejables. No te enfrentes nada más volver a una lista interminable de cosas que hacer o te abrumarás tu solo.
- Priorizar el Autocuidado: reserva pequeños espacios de tiempo para cuidarte, incluso en medio de las exigencias de la rutina diaria. Hay que respetar cuidadosamente el proceso de adaptación (poco a poco).
- Crear Nuevos Rituales: introduce nuevos rituales o actividades placenteras en tu rutina diaria para agregar un elemento de novedad y emoción. Por ejemplo, programa una escapada al campo con amigos o alguna actividad placentera el primer fin de semana después de la vuelta, generando así un pequeño faro de luz al final de la semana de trabajo.
- Fomentar el Apoyo Social: comparte tus sentimientos y experiencias con amigos, familiares o colegas. Sentirse comprendido y escuchado durante la transición ayuda a la adaptación.
Conclusión: equilibrar la necesidad de estructura con la flexibilidad ocasional es clave para una transición suave y exitosa después de las festividades. Poner consciencia de que ambas son importantes lo facilita mucho…
“La interacción entre la juerga y la rutina es como una danza armoniosa; la espontaneidad y la planificación coexisten para nutrir nuestra mente y alma, brindándonos la oportunidad de disfrutar la vida plenamente»
Extracto de “Play: How it shapes the Brain, Opens the Imagination, and Invigorates the Soul” (Juego: cómo da forma al cerebro, abre la imaginación y vigoriza el alma), del Dr. Stuart Brown.
Ilustración de Wendy MacNaughton para “Brain Pickings”, de María Popova.
Sugerencia – Meditación n. 23: “Meditación de Gratitud”.
Esta meditación ayuda a abrir nuestro corazón y saber ver todo lo que nos rodea y que pasa la mayoría de veces inadvertido. Empezamos por sentir ya agradecimiento por la propia sensación de respirar, que es vida pura, y aprendemos a ampliar nuestra mirada para percibir todo lo que la vida nos regala. Buena práctica…