Para comprender el estrés hemos de saber que va a aparecer siempre que percibamos que lo que se nos demanda, supera los recursos que tenemos para poder resolverlo. Hago hincapié en “percibamos”, porque no necesariamente ha de ser real. Igual afrontamos lo que se nos pide con mucha destreza, pero si creemos que no vamos a poder: ahí aparece el estrés. Recursos se refiere a todo: tiempo, dinero, salud física, agilidad mental, entre muchos otros. Veamos un ejemplo…
Si he de exponer una presentación por primera vez, y dudo de mis capacidades para hacerla bien, se va a poner en marcha mi sistema para afrontar amenazas. Si además, la he de exponer ante un grupo de personas que me van a evaluar para un puesto que considero importante -y que además necesito y deseo- los efectos del estrés se harán omnipresentes. A mayor importancia personal y desafío, mayor estrés. No es lo mismo hacer un examen cualquiera de tu carrera, que hacer el último de todos. Y si es uno que te han suspendido muchas veces, ya os lo podéis imaginar…
El estrés, tal y como se conoce en la actualidad, ocupa un rango amplio: va desde el estrés que se considera beneficioso, al estrés perjudicial que puede dañar nuestro sistema inmune y, llegado al límite, el estrés traumático, que paraliza nuestro cuerpo y nuestras vidas. De estas tres formas posibles tratarán mis próximos artículos.
El estrés beneficioso
Hoy nos ocupamos del estrés beneficioso: cuando sentimos sensación de desafío ante algo que nos interesa, se activa nuestro organismo para afrontar el estrés de una manera que puede ser positiva. Este tipo de estrés, conocido como “eustrés”, nos impulsa a rendir mejor, enfocarnos y superarnos a nosotros mismos. En lugar de ser debilitante, aumenta nuestra motivación y energía, permitiéndonos alcanzar metas importantes y superar retos. Es el tipo de estrés que nos hace sentir vivos y comprometidos con lo que hacemos.
No es malo sentirnos algo estresados ante la ejecución de una tarea complicada, porque la adrenalina que recibimos del organismo ante la dificultad nos ayuda a focalizar la atención y ser más resolutivos, incluso creativos. Esta habilidad de enfoque se comprende si nos vamos al origen del sistema que se generó por la necesidad de supervivencia. Si aparecía una amenaza en el horizonte -como un león- todos nuestros recursos iban dirigidos a deshacernos de esa amenaza. El cuerpo desencadena toda una cascada hormonal que hace que la mirada se estreche y se focalice solo en lo que hay que eliminar. Este súper-poder se sigue acentuando ante “amenazas” actuales y que no son leones…
Sabiendo cómo funciona, podemos aprovechar la energía del estrés a nuestro favor en lugar de permitir que nos paralice. El Programa de Reducción de Estrés Basado en Mindfulness nos enseña a vivir dentro del estrés, sin los efectos nocivos que produce sentirlo sin las herramientas necesarias…
“El estrés no tiene por qué ser un enemigo. Es la percepción de nuestra capacidad para manejarlo lo que determina su impacto en nuestra salud. Si aprendemos a trabajar con el estrés y no contra él, se convierte en una herramienta poderosa para el éxito.”
Cita del Doctor Víctor Carrión, director del Programa de Estrés y Resiliencia en la Infancia de la Universidad Stanford.
Ilustración de Andrea Dezsö titulado “The Wild Man”, para “The Original Folk and Fairy Tales of the Brothers Grimm: The Complete First Edition” (Los cuentos de hadas populares y originales de los hermanos Grimm: La primera edición completa), de 1857.
Sugerencia – Meditación n. 5: “Monitoreo Abierto: Conscientes de Ser Conscientes”
Esta meditación se emplea para cultivar la amabilidad, apertura y aceptación ante todo lo que aparece en nuestra consciencia como observadores imparciales de la experiencia, sin etiquetar y sin contarnos historias sobre lo que experimentemos. Al afrontar con amabilidad lo que ocurre dentro de nosotros, abrimos un espacio para poder acoger lo que ocurre fuera de nosotros, sin pretender modificarlo, ni controlarlo, permitiendo que sea tal cual es. Buena práctica…