REFLEXIONES TERAPÉUTICAS PARA INICIAR LA SEMANA CON LA INTENCIÓN DE VIVIR EL PRESENTE Y ASPIRAR A UNA VIDA PLENA CON SENTIDO

Cambia tu conducta y cambiarás tu cerebro…

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El descubrimiento de la neuroplasticidad, que es la capacidad que tiene nuestro cerebro de cambiar estructuralmente a lo largo de la vida, no es necesariamente una buena noticia para muchas personas. Este cambio de paradigma hace que frases como “a estas alturas yo ya no puedo cambiar” pierdan validez porque la neurociencia ha demostrado que el cambio es posible. Si uno quiere, claro, y está dispuesto a hacer el esfuerzo. Nadie ha dicho que fuera fácil, por eso el deseo de cambiar lo que sea que queramos cambiar ha de ser muy alto y contener un gran valor para nosotros.

Aunque parezca contra-intuitivo, es mejor empezar el cambio por el cuerpo, porque el cerebro y el cuerpo son la misma cosa. Aunque el cerebro está dentro del cráneo, en realidad extiende sus “tentáculos” hasta la punta de los dedos de los pies, enervando todo el cuerpo a través de las neuronas que conectan cada rincón del sistema nervioso.

Por eso, todo lo que hagamos en forma de conducta conformará nuestro cerebro. Repetir una y otra vez aquello que queremos incorporar a nuestras vidas genera hábitos y patrones de comportamiento a nivel cerebral. Y no repetir -una y otra vez- aquello que queremos eliminar de nuestra vida, también. Puedes hablar y hablar todo lo que quieras, pero si no caminas y caminas en la dirección que valoras y que da sentido a tu vida, te quedarás donde estás.

Si sabes adonde quieres ir y no vas, ¿de qué sirve saberlo?

Para conseguir el cambio, hay que actuar, y en ese actuar van a aparecer multitud de obstáculos: emociones como la pereza, el miedo, la desesperanza y pensamientos como “es imposible”, “nunca lo has conseguido, ¿por qué va a funcionar ahora?” o “las personas no cambian” (este pensamiento es el que más delata la rigidez mental, que es lo que realmente imposibilita el cambio).

Antiguamente se pensaba que el pensamiento, el lenguaje y las emociones eran formas de actuar. Y no es así. Prueba, sino, a decirte “no me puedo tocar la nariz” y tócate la nariz. Lo que piensas y lo que sientes no son órdenes. Podemos hacer cosas contrarias a los pensamientos que aparecen en nuestra mente, sobre todo si son conductas que deseamos incorporar o queremos dejar de hacer. Solo hay que empezar. El viaje empieza con proponérselo y enfilarse hacia la meta, sabiendo que vamos a caer y -si nos empeñamos- vamos a volvernos a levantar, una y otra vez hasta conseguirlo.

La vida es un proceso que podemos moldear desde nuestros valores, si aprendemos a obviar los obstáculos mentales que nos lo querrán impedir. No somos nuestros pensamientos. No somos culpables de tenerlos, pero sí somos responsables de alimentarlos. ¿Qué pensamientos eliges obedecer?    

 “Al principio, hay una mente en blanco. Después esa mente recibe una idea, y ahí comienzan los problemas, porque la mente confunde la idea con el mundo real. Al confundir la idea con el mundo, la mente formula una teoría y, al haber formulado una teoría, se siente inclinada a actuar. Dado que la idea siempre es solo una aproximación del mundo, la acción consiguiente será catastrófica o beneficiosa dependiendo de la distancia entre la idea y el mundo.»

Extracto del libro titulado “The Braindead Megaphone” del escritor estadounidense George Saunders.

Ilustración titulada “Man as Industrial Palace” (El Hombre como un Palacio Industrial) del artista Fritz Kahn (1926).

Sugerencia – Meditación n. 4: “Aquí y Ahora: Mente-Cuerpo-Mundo”

Esta meditación nos ayuda a pararnos y darnos cuenta de lo que la mente nos está contando en un momento determinado y de lo que aparece en nuestro cuerpo en forma de emoción que nos mueve a emprender o no una acción. Es como una breve ITV que nos hace conscientes de lo que estamos decidiendo, y así poder elegir comprometernos con nuestras decisiones desde nuestros valores. Buena práctica…