Ahora que algunos tenemos el privilegio de encontrarnos con el paso cambiado (el ansiado ocio vacacional), quizás podamos permitirnos el lujo de observar cómo se ralentiza el tiempo y se alargan los días. Es sorprendente ver cómo se expanden las horas y nos da tiempo a disfrutar del día de un modo sereno, sin buscar encajar agendas, viviendo cada momento como se presenta…
Para muchas personas, por desgracia, los días veraniegos se hacen interminables. Habituados a la vorágine de la actividad durante el resto del año, este espacio de tiempo supone un parón vital en el que no saben qué hacerse. No en vano las estadísticas indican que es en verano cuando ocurren los mayores conflictos interpersonales. La mente, vacía de ocupaciones obligatorias, empieza a cavilar y puede acabar convirtiéndose en una auténtica tortura.
Transitar desde el “hacer” constante y acuciante del resto del año a este tan solo “ser” no es tarea fácil para la mayoría. Muchos acaban transformando el verano en un constante ir y venir de planes, viajes y visitas a lugares que ya ni recuerdas el nombre (¿os acordáis de la película “si hoy es martes esto debe ser Bélgica”?).
Tanto las prácticas formales como las informales de Mindfulness nos ayudan a recordar los beneficios de volver una y otra vez al “ser”, donde reina la calma mental y se minimiza el drama. Estar en el puro presente, experimentando la vida con los cinco sentidos, puede abrirnos a la reflexión calmada sobre nuestro posicionamiento en la vida durante “todo” el año, los 365 preciosos días del año.
Quizás entonces podamos elegir no engullirlos todos de golpe y decidamos saborearlos uno a uno, deliciosamente…
“Por medio de la máquina, el tiempo se volvió nuestro gobernante. Solo en nuestras horas libres parece que tenemos cierta oportunidad de elegir. Sin embargo, generalmente organizamos nuestros ocios como programamos nuestro trabajo, o nos rebelamos contra la tiranía del tiempo siendo absolutamente perezosos. Al no hacer nada, excepto desobedecer las demandas del tiempo, tenemos la ilusión de que somos libres, cuando estamos, de hecho, solo en libertad bajo palabra fuera de la prisión del tiempo”
Extracto del libro “Tener o Ser” de Erich Fromm
Ilustración de André François para “Little Boy Brown” de Isobel Harris